Perder el hilo #27: La trampa de la rutina 🎣
Sobre el estancamiento y los rituales, nuevo taller de bordado, un regalito en forma de fanzine y otras dulzuras.
Te saludo al pie de una ventana entreabierta. El sol quema mi brazo, el viento no llega. Dulce calma.
Ya es marzo y me pregunto si de verdad empecé el año. Ha habido cierta quietud de la que no me confío. ¿Será que estoy atascada, estancada, bloqueada? Sé que, en parte, es mi autoexigencia por trabajar como loca, tener compromisos, logros medibles. Aún faltan meses o años para ver materializado lo que estoy creando o lo que quiero. ¿Les pasa algo parecido?
Así es con el inicio de año, tras tanta expectativa y lista de propósitos; en el día a día puede sentirse que nada pasa. Pero sí, algo pasa. Este instante es parte de un movimiento mayor, de un posible cambio. No es fácil verlo porque la apatía no deja ver más a fondo la rutina y relacionarla con algo positivo como estabilidad, disciplina, disfrute del proceso, merecer la calma, agradecer.
Tal vez se pueda revisar la idea de movimiento, revaluar nuestras narrativas: ¿moverse es tener éxito, recorrer el mundo, cambiar drásticamente de estilo de vida? ¿Solo podré moverme cuando pase esto o aquello?
El movimiento tiene que ver también con sacudir el pensamiento, trabajar en el vínculo con la gente que nos importa, introducir rituales en lo cotidiano. Hablaré del ritual no como algo mágico o religioso, sino desde su significado ceremonial. El celebrar la vida, la rutina misma. El ritual es una costumbre que se puede ver con ojos renovados. Pensé en esto cuando vi el título de un libro de Byung-Chul Han: La desaparición de los rituales: Una topología del presente.
El estar presente es un ritual en sí para darle más sentido a la vida diaria. Dice Han:
“La repetición es el rasgo esencial de los rituales. Se distingue de la rutina por su capacidad de generar intensidad”.
A veces hay que ayudarse a estar presentes; tomar cierta actividad que se disfruta y apartarla del tren de la rutina para volverla, aunque sea por un día, un ritual. Esto es: darle tiempo, lentificarla, examinarla, abarcarla con los sentidos. Por ejemplo, tomar el café. Se puede ritualizar desde la elección de la taza favorita, el dónde se va a tomar, sentir a qué huele, a qué recuerda y si vale la pena, incluso, anotar estos pensamientos. Se trata de devolverle durabilidad a las cosas y a las experiencias, pues creímos que todo es descartable, efímero. Hay que demorarse en algo para hacerlo duradero.
“El café de la mañana. No estoy seguro por qué lo bebo. Tal vez es el ritual de la taza, la cuchara, el agua caliente, la leche y el montoncito molido, la forma en la que se juntan para formar un clavo del que me puedo colgar en el día”. Ron Padgett.
No es realista hacer esto con cada cosa del día. Pero de vez en cuando vendrá bien. Celebrar lo pequeños logros, vendrá bien. Podemos cambiar la palabra ‘ritual’ por ‘innovar’, ‘jugar’ o ‘ser creativo’. Y esto proviene de uno mismo, más que del objeto o situación.
En la novela Mi año de descanso y relajación, de Ottesa Moshfegh, una mujer se propone dormir durante un año para despertarse “como nueva”. No les contaré si lo logra o cómo lo intenta, pero sí quiero puntualizar en una escena en la que, al fin, se siente viva. A su alrededor las cosas también lo están:
“La vida zumbaba entre los tonos verdes, desde los pinos oscuros y los helechos flexibles al musgo amarillo lima que crecía en una roca gris enorme y seca. Saltamontes de color miel y el fulgor amarillo de los ginkgos”.
Está despierta, o viva, cuando puede ir a un museo a apreciar lo que otros han hecho con sus vidas, escuchar jazz en el parque, sentarse a observar animales en parque, pedir flores, buen pescado, fruta fresca, una vela para la ducha.
Eso. Que la trampa de la rutina es no celebrarla.
Aquí,
Jules
¡Nuevo taller!
Durante una tarde nos reuniremos a bordar y a conversar sobre mi más reciente novela, Albina. Es un taller para todos los niveles; veremos unas puntadas bien curiosas para entender la textura y la composición usando solamente hilo blanco y algunos matices. Prepararé un diseño único y te daré un kit con lo que necesitas.
»Inscripción aquí. »Lugar del taller: Librería Casa Tomada.
»Novela Albina: dónde comprarla y dónde leer el primer capítulo :)
Lo que hace Christensen es fenomenal: empieza hablándote de la escritura, pasa por los jardines y al final resulta que todo era acerca del cuerpo. Un regalazo que te puedes hacer es su libro Alfabeto.
Si te apetece que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme.
Lo que se escribe es siempre otra cosa…, Inger Christensen
Lo que se escribe es siempre otra cosa
Y lo que se describe es de nuevo otra cosa
Entre ambos está lo indescrito
que tan pronto como es descrito
abre nuevos territorios indescritos
Es indescriptible
Aunque la oscuridad esté definida por luz
y la luz por oscuridad
siempre queda un resto fuera.
Y aunque este resto “sea definido”
como jardines arrasados
detrás de las verjas de hierro que crecen
siempre queda la lógica
Pero aunque la lógica no esté definida
sino oculta bajo capas de jardines
pintada de jardín a jardín
queda siempre una inquietud
una desesperación
un pulso sin cuerpo
Esto es una crítica del cuerpo
porque es una crítica de la vida.



📚 La trama
Hoy recomiendo que conserves como un tesoro las primeras ediciones de los libros del fantástico Roald Dahl antes de que llegue hasta aquí el ‘virus’ de la hipercorrección. Las editoriales en castellano dicen que no ocurrirá lo que está pasando en Reino Unido, pero quién sabe. Aquí te dejo la columna que escribí al respecto de la polémica de la semana pasada.
“Dahl fue importante porque nos emocionó y nos hizo reír (…) poniéndose en el lugar de la infancia, sin subestimarla (…). Él más que nadie sabía lo difícil que es esa época, lo solitaria y dolorosa, lo llena de adultos decidiendo qué es lo correcto”.
🎬 El carrete
Me voy a calmar por un momento con los Premios Oscar y esta vez te recomendaré el corto animado ganador de los Goya: Loop. Es de ponerse a pensar en cuáles esas cosas que hacemos por inercia y que ya ni sabemos por qué. Y de película, me encantó Cinco lobitos, que habla sobre la maternidad (pero también de ser madres/padres de nuestras madres/padres) y de intentar crecer aunque seamos adultos.
🎨 Puntada creativa
Me encanta encontrar vínculos entre las historias escritas y, literal, las tramas. Es el caso de las hermanas Brontë. Las tres escribían y las tres cosían y bordaban. Se cuenta que por las tardes su padre les hablaba de historia mientras ellas trabajaban en sus muestrarios de punto de cruz. Luego, en sus propias novelas, el arte de la aguja les servía para crear ambientes, poner en contexto sobre las cuestiones morales y sociales de su tiempo, y hablar del carácter de sus personajes. Los hilos se entretejían con la voz narrativa. Otro caso muy bello es el libro miniatura con poemas de Charlotte Brontë que encontraron, encuadernado con su propia costura. Por eso es tan precioso encontrar luego una representación en fieltro de esta escritora portando su librito, además, en bordado. Esta última es de la artista CatRabbit que tiene muy presente la relación entre los libros y el tejido. Aquí puedes ver un post que hice sobre ella.
🎵 Aguja que suena
Últimamente, mi podcast más escuchado es Vidas prestadas, un programa cultural “sobre mundos posibles” con entrevistas a autores y recomendaciones de libros. Cierro con esta dulce canción, producida para la película La Caída.
Observarnos a nosotros, los gatos, invita a los humanos a tener reflexiones trascendentales: nuestra parsimonia, el rápido (y conveniente) olvido, la seguridad de la rutina… Hasta existe un libro llamado “Filosofía felina: los gatos y el sentido de la vida”, de Jhon Gray, que le da vueltas al tema. No me convence que alguien diga que los gatos pensamos o no tal cosa; eso es humanizarnos innecesariamente, pues ya somos bastante perfectos 😼 . Pero me gusta que alguien se detenga a mirar lo que hacemos para filosofar, como hace el poeta Alfredo Fressia: “Un gato contiene en sí a todos los gatos cuando salta hacia la gracia secreta de un gato de Platón”.
Tu nueva corresponsal favorita, Rima 🐾
Me gusta la diferenciación entre rutina y ritual que expones. Por mi estilo de vida, tengo rutinas que cambian semana a semana, pues dependen de dónde esté y con quién. Pero mis pequeños rituales siempre me acompañan. El más importante de todos -y sin el cual mi día se puede echar a perder- está pasando en este preciso momento: una taza de café negro y una buena lectura. Gracias por esta carta!
(P.D: qué chévere el inicio en clave de Quietud y Movimiento jajaja).
¡Qué bella reflexión! Me hiciste recordar un tema que traigo en mente muy seguido que es el del milagro de la normalidad, y cómo ese milagro nos pasa desapercibido casi todo el tiempo. Me queda de tarea leer ese libro de los rituales y me llevo esta frase a mi libreta de citas favoritas: la trampa de la rutina es no celebrarla. Gracias por esto. 🍃