#54: Guardiana de la luz 🏮
Sobre partos y palabras bellas, labores de luz y otras chispas de abril.
Desde los brazos de un olivo, te quiero contar algo:
Mi bisabuela, Elena, era partera. Se dice que aprendió porque ella misma tuvo muchos partos, 12, atendidos a su vez por otra mujer sin estudios, pero de buena voluntad que vivía cerca, en la montaña. Aprendió también porque le atendió la mayoría de partos a mi abuela, quien tuvo 13 hijos, valiéndose solo de agua hirviendo para esterilizar las tijeras con que habría de cortar el cordón umbilical. Ese primer hilo que nos une a la vida.
Elena era analfabeta, vivía en el monte antioqueño y allá estuvo siempre en su casita de madera, como en un terrorífico cuento de hadas, cortando y cargando leña. Por ese trabajo tan duro perdió siete embarazos (sí, la cuenta es de 19 embarazos en total). Aprendió a recibir hijos a costa de perderlos. Sumemos a esto el hecho de haberse casado, por obligación, a los 13 años. Sobre este punto, escribí una novela entera inspirada en ella.
Pero quiero ir más allá de una historia tan triste para encontrar lo luminoso: Elena, era la guardiana de la luz, esa luz, ese faro que es un hijo. La pienso ahora, claro, porque acabo de tener un alumbramiento; esa labor de tejido y de vida a la vez.
Su oficio no era una elección por gusto, sino por necesidad. En su época y contexto mucha gente no estaba concentrada en las grandes ciudades como ahora. El trabajo estaba en el campo y por lo mismo no había acceso al estudio, ni mucho menos a puestos de salud para tener los muchos hijos que llegaban, en parte, como resultado de la falta de educación y de opciones de planificación. A Colombia la píldora llegó en la década del 60, cuando mi bisabuela ya había visto decenas de alumbramientos.
Elena iba a donde la llamaran y no cobraba nada. A veces ni le alcanzaba el dinero para tomar el transporte que la sacara de la montaña. Ella se movía por un pacto secreto entre mujeres, pues eran las únicas que cargaban con el dolor que implicaba partirse para ser dos (o más). Escribir esto me hace pensar si el parto es entonces una división en la que uno pierde algo de sí misma. De ser así, ¿qué problema hay? Celebro no ser la misma y más cuando algo tan épico lo atraviesa a uno. Además, es un ‘partir’ que multiplica. Gané algo, a alguien, y sé que tendré que soltarle también. Darle cuerda.
Ya ves, otro hilo.
Mi bisabuela sabía de desapegos. Valiente como era, se sobreponía a su pena para atender un nuevo nacimiento. Aunque me gusta pensar que llevaba sus labores de costura para que la acompañaran en las horas de espera, la verdad es que estaba ocupadísima prendiendo el fuego en precarias cocinas de leña, trasladando ollas de agua de un lado a otro, llevando a dormir a los muchos niños que ya había en casa, calmando a las maternas en sus contracciones con agüitas de yerbas y colgando sogas al techo para que, asidas a ellas, pujaran más fácil. Ella también era quien encendía lámparas de aceite cuando llegaba la noche.
En Islandia la palabra más bonita en su idioma es ljósmóðir, que significa comadrona:
La palabra combinaba dos de los conceptos más bellos de este mundo: ljós y móðir, «luz» y «madre». Literalmente: «madre de la luz». Aunque ahora ya no se usan, en islandés hay más formas de referirse a una comadrona: «guardiana», «mujer presente», «recibidora», «mujer cercana», «ventrera».
La verdad sobre la luz, Auður Ava Ólafsdóttir
Elena también era la que, a la lumbre de su hornilla, arropaba a mi madre cuando era niña para que ella, a su vez, me arropara a mí con sus historias algún día. La palabra también es la luz que se multiplica, la que indica el camino aún en los montes más oscuros.
Aquí,
Jules.
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Mis libros en la FILBO
Este año la Feria del Libro de Bogotá es del 17 de abril al 2 de mayo y el tema central elegido me encanta: Lee la naturaleza.
Yo no podré estar presencialmente en la feria, pero estarán mis libros, que es lo importante. Hay tres en particular que tienen mucho que ver con esta celebración de la literatura en verde:
»Autorretrato en el jardín: un ensayo narrativo y personal acerca de los jardines como espacios de memoria, creación literaria, metáfora de vida y de amor. Lo consigues en cualquier stand de Planeta Libros (pabellones 3, 6 y 14).
»Albina: una novela que transcurre en cuatro estaciones mientras una niña albina busca sus propios colores en esa naturaleza que la rodea. Lo consigues en el stand de Tragaluz, en el pabellón de editoriales independientes (17). Recuerda que con esta editorial también tengo el libro/papiro A la sombra de un naranjo y la novela 24 señales para descubrir a un alien.
»El vuelo de las jorobadas: un libro álbum en el que hacemos un viaje junto con las yubartas desde la Antártida hasta el Pacífico colombiano. Conoceremos muchísimo de su biología y cultura. Se encuentra en el stand de Lazo Libros, en el pabellón de editoriales independientes (17).
También podrás conseguir en el stand de la Librería Nacional (Pabellón Infantil) mis tres libros con la editorial Norma: Diario de dos Lunas, La Calle 8 y Las cosas olvidadas.
Un secreto de lectura y mi recorrido en el bordado
Quiero compartirte dos notas muy generosas que salieron a propósito de mi trabajo:
»Una reseña de Autorretrato en el jardín, por Adriana Villegas en Secreto de lectura.
»Una entrevista en Blog Ruta 5 acerca de mis libros bordados.
Paralelos literarios
Me encantó encontrar en este libro-álbum la idea central que trabajé en la obra de teatro La Calle 8: la poesía nos salva.
SOLECITA- Tendría que ser paloma para entender a otra paloma. O para entender un poema.
CHICO- No. Solo hay que ser un niño.
SOLECITA- ¿Será que me he vuelto más vieja que niña?
CHICO- Uno puede ser niño todas las veces que quiera. Por lo menos mirar como un niño mira.
SOLECITA- ¿Desde abajo?
CHICO- ¡Más que eso! Es mirar como si fuera la primera vez. O con ganas de ver más.
La calle 8, Juliana Muñoz Toro
Un poema para aprender a leer con otros sentidos.
Las agujas del tejido, Margaret Atwood
Las agujas de tejido
escriben libros en dos planos
en el aire, o el plano del espacio
y en ese nudo que llamamos alma, o el plano del tiempo.Las agujas del tejido
no necesitan mucho para escribir
la lana
que es una tinta suave,
que no se borra pero se desteje con gran facilidad
que se vuelve cuerpo,
mejor abrazo,
mejor cuerpo que abraza.Las agujas del tejido
escriben historias circulares
que aunque vuelvan al comienzo
se expanden
infinitas
como para cubrir el universo entero
y si la lana se acaba
quedarán los hilos imaginarios
que son los que más color tienen.Las agujas del tejido
escriben historias que se leen a sí mismas
tac tac tac
cuando se tocan las agujas
y ese dulce sonido que hace el ovillo en el piso
que solo sabe escuchar la gata
que siempre se le arrima.Los libros escritos
por las agujas del tejido
deben leerse primero con los dedos
sentir su peso, sus pelos de oveja por toda la superficie
la textura de espiga.Se leerán lo que resta
con los hombros donde reposará el abrigo
o el pecho
o la nuca
o cada extremidad envuelta
por aquel libro
el libro del tejido.
Las manos bordan, reparan o juntan fragmentos. Las manos también dicen muchas veces más que las palabras. De eso se trata “Gestos textiles. Un acercamiento material a las etnografías, los cuerpos y los tiempos”, el libro de Tania Pérez-Bustos, docente e investigadora, que se ha convertido en un referente para quienes amamos las artes del hilo y la aguja. Aquí te comparto una reseña que escribí + el link para que puedas leerlo completo.
Libros para la primera infancia: no son libros sosos llenos de diminutivos y moralejas, como muchos creen. Es más, son libros muy complejos de hacer porque necesitan ser visualmente atractivos y claros, tener poquísimas palabras (o ninguna) y ojalá con ritmo, casi que con un canto interno que le ayude al bebé a familiarizarse con nuevas palabras y el mundo que le rodea. Por eso, es una belleza descubrir a autoras como Paloma Valdivia, que logra con arte y voz llegar a uno de los públicos más exigentes. Te comparto una lectura de Estaba la rana, el primer libro que le compré a mi hijo, y un taller espectacular, dictado por Valdivia, llamado “Autorretrato más pensamiento”.
Y a propósito de libros para la primera infancia, te dejo aquí los links para que puedas descargar de forma gratuita tres títulos que escribí en este género: Matrioska quiere ser, Niños de pelo largo y Por qué Caperucita.
Fanzine Las cosas naturales: esta una recopilación de textos, hojas y flores recolectados en 2021 y 2021 por distintas plumas durante un taller con la escritora Lucía Caleta. En sus palabras, este es “un diario, una plataforma para explorar el
mundo, los pequeños acontecimientos que hacen la vida; desarrollar la sensibilidad, lo que nos hace sentido”.
Si quieres hacer tu propio fanzine, aquí te dejo un pequeño tutorial.
Conoce a la artista Emilia Gutiérrez, una mujer “con una locura heredada y sutil” que pintaba gracias, o a pesar de, sus alucinaciones auditivas.
Ripley: Esta miniserie que estrenó Netflix es una obra de arte. La fotografía y producción son cuidadísimas; dan ganas de quedarse en cada toma y apreciar mejor la composición, el lenguaje de los objetos y los espacios… Ni qué decir de la actuación de Andrew Scott (a quien ya adoraba desde Fleabag), quien se transformó completamente para interpretar a Tom Ripley, un personaje macabro creado por la escritora Patricia Highsmith.
Este es un podcast para quienes adoramos a Julio Cortázar y queremos conocer/aprender más de su obra “a través de los libros que le acompañaron durante su vida, sus anotaciones personales, subrayados, dedicatorias y traspapeles”.
Ya saben que en mi nombre está la poesía misma. También en mi existencia, en mi andar, en mi género felino. Por eso, hice una cuidadosa selección de haikús gatunos, ese tipo de poemas cortos de origen japonés y que bien definen nuestra sutileza.
Encontré a mi
gato – una
estrella silenciosa.
—Jack Kerouac***
El gato: un cuerpo
pequeño usado
por una persona pequeña.
— Jack Kerouac***
Iría contigo
a esa caminata en Cold Mountain
pero ¿quién alimentaría al gato?
— Jo Podvin***
Mosca invernal:
la dejo ir, y el gato
la coge al vuelo.— Kobayashi Issa
***
En las rodillas del viajero…
El peso y el calor
de tres gatitos.
—Hashimoto Takako***
Junto a mí el gato
canta, canta
a las cigarras nocturnas.
—Hashimoto Takako***
Sobre el tejado
duerme un gato sin dueño:
lluvia temprana.
— Tan Taigi***
En el cemento
ya duro al fin
huellas de gato.
— Autor/a desconocido/
Oh miau, miau, mía,
Rima 🐾
No puedo amar más los haikus de gatos. Los mundos pequeños. La historia de tu visabuela. ¡Qué bien cuando abro la ventana y entran de golpe todas tus lunas en el salón como un misterio suave!