#63: Se busca casa de los sueños 🏠
Escoger un hogar, taller de bordado, portada de mi nuevo libro y almuerzo literario este sábado.
Hola, vos,
En los últimos meses hemos estado buscando una casa. La casa de los sueños o, mejor, la casa para soñar juntos, ahora los tres (cuatro, contando a Rima). Hemos visitado ya varios lugares y, más allá de verles ventajas y desventajas, nos visualizamos en los diferentes espacios; no buscamos escenarios inmóviles o de fotografía, sino las acciones en ellos, el cómo dotamos de vida cada rincón con nuestros gestos y con los objetos que son memorias detenidas de nuestra historia juntos.
Aquí me sentaría a escribir una novela, me digo, y miraría por esta ventana hacia la montaña, lejos, más allá de ella. Necesito nubes y luz de tarde para que esta casa escriba bien. Aquí O. y su padre sembrarían la mata que trajo la abuela B., aquí invitaríamos a los amigos mientras les cocinamos algo rico, aquí J. almacenaría su producción de limonccello y de pan artesanal, aquí Rima se escondería cuando toquen el timbre, aquí guardaría los sacos tan gordotes que he tejido y que no me caben en ninguna parte. Tantos presentes, tantos “aquí” que tienen en común el cómo nos vamos a cuidar. Eso, en parte, es una casa: dónde me refugio, al lado de quién y cómo preservo lo más valioso.
¿Cómo es mi casa de los sueños? Esa es la pregunta que más veces me he hecho últimamente. Y ante grandes preguntas lo mejor es (intentar) responder como si fuera una niña.
Una casa es un cuadradito en el papel para que no se salgan las letras.
Un jardín para hacer tortas de tierra.
El espacio con el mayor número de espacios para que la gata duerma.
Un faro a donde llegan los barcos en vez de naufragar.
Donde hay soles en cada habitación y lunas en el espacio de cada cortina.
Refugio de lluvia pero donde se escuche muy bien cada gota.
Un bosque donde en vez de fogatas se prendan chimeneas.
Una montaña donde la bañera es el río y la hamaca es el viento.
El lugar donde se acaba la lluvia.
Con más ventanas que paredes.
Donde se puede caminar descalzos.
Una mamá.
Donde se mira hacia afuera.
Un morral no para llevar a todas partes sino para llenar de todas partes.
Donde inventarse formas de bailar y de cantar.
Donde nacen los juegos.
El olor de la ropa.
Sé que en realidad la casa de los sueños no se puede comprar ni arrendar. Hay que hacerla a medida que se habita. Hacerla con historias, esas que contaremos en familia y que serán nuestro legado.
Una verdadera casa está viva. Tiene una voz para hablar de nuestras rutinas, es caótica. Es casa de flores, de libros, de hilos.
¿Quieres decirme para ti qué es una casa?
Aquí,
Jules.
Pd. Si te gustó esta carta, también puedes leer:
🌹Mudanzas
🌹Volver al jardín
🌹¿Nunca es suficiente?
👆Si te conectaste con este compartir, puedes invitarme a un café simbólico. Prometo comerme algo delicioso a tu nombre con este apoyo.
»Este sábado: almuerzo literario
La Librería Casa Tomada, en Bogotá, lleva años haciendo estos encuentros en los que se elabora un menú a partir de la lectura de un libro. Esta vez estoy invitada a hablar (y a degustar) el libro Las visitas de Nani, de Karishma Chuganii. Puedes reservar tu cupo en el whatsapp de la librería (+57 3114403870) o aquí.
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»Último taller de bordado presencial del año
A propósito del Día de los muertos, pensé en lo lindo que es recordar a los que y no están, en materializar la memoria y unir esos fragmentos de la vida con hilo. ¿Nos vemos? Puedes inscribirse en el whatsapp de la librería (+57 3114403870) o aquí.
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»Reedición de “Los últimos días del hambre”
Después de siete años de su publicación, la Editorial Planeta va a reeditar mi novela Los últimos días del hambre con un agregado genial: una portada bordada por mí. Además, gracias a su temática (bulimia, inseguridad corporal, relaciones de familia) esta vez será parte de la colección de Planeta Lector para los últimos años escolares. ¿Quieres ver la portada? Aquí te la adelanto un par de semanas antes de que puedas encontrarla en librerías. Cuéntame qué te parece, qué te hace sentir o pensar.
»En redes: compartí un pequeño libro de acuarela y bordado acerca de la casa de un caracolito.
Nos vemos en Instagram, Twitter o en mi página.
»Un poema para volver a casa (o a Ítaca)
Ítaca (Constantino Kavafis)
Cuando te encuentres de camino a Ítaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al enojado Poseidón no temas,
tales en tu camino nunca encontrarás,
si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
detente en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos.Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.
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»En voz alta
Un mini poema que le escribí a mi hijo, que ahora es mi casa. Aquí Faro.
Pensando en el tema de la casa, quise hacer una compilación sobre libros-álbum que giran en torno a ella. Siento que para abordar, definir, jugar con temas tan vastos como este no hay nada mejor que la literatura infantil, pues los desmadeja, los pone en palabras e imágenes llenas de capas de sentido a las que vamos accediendo según nuestra propia experiencia. Aquí algunos de los títulos que logré reunir (muchísimas gracias a todos quienes aportaron su recomendado).
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Aquí, de Richard McGuire es un libro de artista con algo de libro arquitectónico que habita una misma casa en diferentes épocas. Es una máquina del tiempo en la que cada época puede existir sobre el mismo espacio. Leer la entrevista que le hice al autor hace algunos años.
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Aves migratorias (Editorial Tragaluz), de la ensayista mexicana Mariana Oliver: un libro que en realidad es un viaje a casa, no solo para volver a ella, sino para resignificarla. La casa es memoria (“una grabación de la infancia, un recuerdo implantado”), es lengua (“decir hogar”… y apropiarnos de todos sus matices”) y es cuerpo (“la casa está cosida al cuerpo, nos habita”). Lee la reseña que hice de este libro.
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La Sustancia es una película difícil de recomendar, pero que recomiendo mucho jejeje. Si se me permite dar un consejo para verla es este: véanla como si vieran un cómic. Es grotesca. Hay caricatura, exageración, exaltación, exceso y ridículo. Y eso es lo que la hace tan buena. Pero la razón principal por la que me gustó es que habiendo sufrido una enfermedad relacionada con la imagen corporal, en la que el cuerpo es una cárcel más que una casa (y esto es justo lo que cuento en Los últimos días del hambre), me identifiqué completamente.
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La artista Tracey Emin cosió en una tienda de campaña los nombres de todas las personas con las que había dormido: 102 en total. Algunos pensaron que era lo mismo dormir a tener sexo y la juzgaron. Ella no tuvo vergüenza. Hace falta valentía para exponer no solo la locura sino la inocencia. A la entrada de la carpa Emin bordó la frase “With myself, always myself, never forgetting” (“Conmigo, siempre yo misma, nunca olvido”). La obra llamada Everyone I Have Ever Slept With 1963–1995 se destruyó en un incendio y la artista consideró que era irreemplazable.
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Podría recomendar directamente leer Casa tomada, de Julio Cortázar, pero voy más allá y les recomiendo lo que él dijo sobre la casa (gracias Beatriz por este aporte):
“Yo me quedo con las casas donde he sido feliz, donde he asistido a la belleza, a la bondad, donde he vivido plenamente. Guardo la fisonomía de las habitaciones como si fueran rostros; vuelvo a ellas con la imaginación, subo escaleras, toco puertas y contemplo cuadros. Yo no sé si los hombres son demasiado ingratos con las casas, o si en mi gratitud hacia ellas hay algo de neurosis. El hecho es que amo los recintos donde he encontrado un minuto de paz; no los olvido nunca, los llevo conmigo y conozco su esencia íntima, el misterio ansioso por revelarse que habita en toda pared, en todo mueble”.
Julio Cortázar, Carta a sus amigas Marcela Duprat y Lucienne Chavance de Duprat.
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A propósito del libro que estaré presentando mañana, Las visitas de Nani, de Karishma Chuganii, les dejo la receta que más quiero probar: kulfi o helado con especias.
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Una canción para escuchar en la casa de los sueños:
Me pone inquieta que alisten maletas. Sé que se van, que me quedo sola en la casa. ¿Qué es una casa sin alguien que abra las puertas y encienda las luces? Andaré por las repisas prohibidas, pero no por sus regazos. Olfateo la ropa limpia, me restriego en la que está más sucia. Entro en el equipaje, juego para parecer tierna y que no me dejen nunca.
Entiendo la distancia no en metros, sino en ausencias.
Rima 🐾
Tres en raya, Susana Benet
Parece que los gatos
andan inquietos esta tarde
de pronto oscurecida.Con paso silencioso
exploran los rincones de la casa,
olfatean el aire tensando las orejas,
atentos, excitados.Los tres, con indolencia,
se mueven, se entrecruzan
ejecutando un juego, una danza
sutil y misteriosa.Sobre un eje invisible
que atraviesa el salón
se acomodan los tres, equidistantes.Inmóviles reposan
hasta que el rayo, repentino,
estalla en el cristal de sus pupilas
y rompe en un instante
la exacta formación.
Una casa es un lugar físico o mental en dónde se puede ser, con agrado y gracia, uno mismo
Que suene a casa:
https://www.youtube.com/watch?v=tKYjUn-SBcg