🌸Perder el hilo #6: El arte de no hacer nada
Feliz viernes, persona que hila su propio tiempo,
A veces quiero escribirte para reafirmarme cosas que se supone que sé, pero que no siempre aplico.
Estas semanas le he dado vueltas a por qué me ha tomado meses editar un libro que escribí en semanas tras investigar durante años. Creo que es porque se trata de un libro sobre el arte de no hacer nada y, para hacerlo, es necesario eso: no hacer nada. Suena reiterativo, lo sé, pero ya me vas a entender.
"El arte no es el de olvidar, sino el de dejar ir”, Rebecca Solnit.
Me cuesta trabajo hacer algo "no productivo". Me pregunto constantemente sobre el resultado final de cada acción y cómo va a beneficiar algo más grande que yo: mi carrera, por ejemplo. Lejos de convertirme en la persona más productiva, lo que pasa es que igual no hago nada muchas veces, pero no lo puedo disfrutar porque me siento culpable, ya que debería estar realizando alguna tarea pendiente.
Me olvido, entonces, de las ideas que he encontrado en conversaciones 'banales', en caminatas sin rumbo, en descansos largos, en soltar. No hacer nada también es hacer, pero en presente. No en futuro.
Al respecto, encontré algo fabuloso. El origen de la palabra "ocio" es ōtĭum en latín y significa: libre de trabajo obligado, tiempo libre para aprender y oír, paz, "alejado de problemas, asuntos, cosas, negocios y de la política". En latín, la frase de Cicerón "in otio de negotiis cogitare", significa "pensar en los negocios en el tiempo de ocio".
Es una paradoja: el ocio, al fin y al cabo, sí es productivo. Solo que de otra manera, una que no es inmediata, una basada en el proceso más que en el resultado. Muchas veces ese proceso es desconocido para nosotros, incluso si nos hemos dedicado a algo durante años.
El espacio entre la hierba, María José Ferrada y Andrés López
Una vez Lina Meruane nos dijo en clase de creación literaria: "ustedes no están escribiendo un libro, sino una obra". Esto era cuando nos impacientábamos por no tener aplausos con un primer borrador, o por no publicar, o por recibir tantas críticas y tener flojera de reescribir.
Se trata, en últimas, de darnos el tiempo para que las ideas lleguen naturalmente y dejar, por un momento, de ir a cazarlas con esfuerzos sobrehumanos. La disciplina es vital en lo que hago, pero también el ocio. Para escribir un libro, o una obra, también es necesario perder el tiempo (o perder el hilo 😉). No tiene que ser de una forma concreta, como ese paseo idealizado por un bosque virgen que nos "conectará" con la naturaleza. Puede ser viendo a la gata dormir. O tomando un foto para las redes, pero una buena foto. O dándole de beber a esa única planta que decidimos cuidar.
Ahí va el spoiler sobre ese libro imposible que trato de terminar: se trata de los jardines. Los jardines como metáforas de la vida, del proceso creativo, de ese breve paseo para no hacer nada, nada más que estar.
Hay algo más grande que eso que hacemos, sí. Y justamente somos nosotros.
Gracias por hilar tu tiempo conmigo,
Jules
Retomemos el hilo con...
🐳Conozcan "Mujeres que corren con los lobos" en su versión bordada.
Como motivación para leer este famoso libro de Clarissa Pinkola e interiorizarlo, decidí bordar una pieza por el mito representativo de cada capítulo. Leer, subrayar y luego convertir esas historias en imágenes fue en realidad un ejercicio de consciencia, sanador, si se quiere. Vean aquí el resultado final y la historia completa detrás de este gesto bordado.
🐳Una nueva columna: la historia detrás del bordado y sus materiales con... ¡Gimena Romero!
Tengo el gusto de estar en el equipo de escritoras para el blog de la maestría en bordado que recién inauguró la artista mexicana Gimena Romero. Esta vez les hablo de la historia que poco se cuenta del tapiz bordado de Bayeux. Lean aquí la nota completa y aquí encuentren unos recursos adicionales :)
>>Para cerrar: lee aquí una de mis columnas favoritas que he publicado en El Espectador: una guía para escribir como escribiría un gato.
Gaveta de recomendados
La trama
Imagino un tiempo en el que los seres y las cosas se iban creando a medida que se iban mencionando. Como Macondo. En este libro fabuloso, que se puede leer gratuitamente aquí, vamos a ese origen remoto, donde era una dicha decir para crear.
Dedal de yogui
"El cuerpo es la puerta de entrada de todas la sensaciones, da señales de placer o se enferma cuando está en desequilibrio. Por eso, para reconectar con el propio poder creativo lo primero es el movimiento". Esta frase es de Carolina Chavate, una profe de yoga y escritura que vale la pena que conozcan.
Aguja que suena
Es maravilloso cuando autores de la talla de Alejandro Zambra y Sara Mesa hablan de la importancia del universo de la infancia en la literatura. Este episodio llamado "Los niños son poetas involuntarios", de Radio Anagrama, es inteligente, entretenido y además nos deja provocadas de varios libros.
Puntada creativa
No sé qué me gusta más de este trabajo: si las animaciones de Andrea Love que mezclan lana con stop motion, si la historia de Phoebe Wahl que reinterpreta a la Pulgarcita de Andersen, o todas sus conexiones con el hilo, la costura, la creación y los jardines. Pueden ver el corto online aquí. Vale la pena.
Dechado de palabras
Me antojé de crear un nueva sección dedicada a las palabras hermosas. Hoy con un término en holandés que aprendí en el libro "Lost in translation", de Ella Frances.
La labor
Hace años conocí este espacio genial: Creative Mornings. Es una serie de charlas gratuitas sobre la creatividad. Estas se hacen cada mes en ciudades de todo el mundo y buscan que pasemos de la virtualidad a la presencialidad y que conozcamos creativos (o speakers) que nos inspiren. Aquí el capítulo Bogotá, pero puedes encontrar el de tu ciudad también.
Botica poética
Para hoy un remedio eficaz para quienes se consideran unos "perdedores": Un arte se puede tomar sin contraindicaciones.
(Si quieres que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme)
Un arte, Elizabeth Bishop
No es difícil dominar el arte de perder:
tantas cosas parecen llenas del propósito de ser perdidas,
que su pérdida no es ningún desastre.
Perder alguna cosa cada día. Aceptar aturdirse por la pérdida
de las llaves de la puerta, de la hora malgastada.
No es difícil dominar el arte de perder.
Después practicar perder más lejos y más rápido:
los lugares, y los nombres, y dónde pretendías
viajar. Nada de todo esto te traerá desastre alguno.
He perdido el reloj de mi madre. Y, ¡mira!, voy por la última
—quizás por la penúltima— de tres casas amadas.
No es difícil dominar el arte de perder.
He perdido dos ciudades, las dos preciosas. Y, más vastos,
poseí algunos reinos, dos ríos, un continente.
Los echo de menos, pero no fue ningún desastre.
Incluso habiéndote perdido a ti (tu voz bromeando, un gesto
que amo) no habré mentido. Por supuesto,
no es difícil dominar el arte de perder, por más que a veces
pueda parecernos (¡escríbelo!) un desastre.
"Nuestros veteranos olvidados... sus armas están en silencio ahora", Bart.