✏️Perder el hilo #9: Cortázar, el tejedor
Entre el punto y las letras, les saludo :)
Estos últimos días he vuelto a la obra de Julio Cortázar, como siempre se vuelve a la obra de este Cronopio, pero con otros ocho ojos, los de una escritora obsesionada con la labor textil.
Cortázar era un tejedor de historias, historias en las que habitan de manera permanente el ovillo, el hilo, la mujer que teje, la araña. Así que quiero proponerles un paseo corto, sutil, por algunos de sus escritos a la luz de esta aguja.
Comencemos con un poema directo, Tejedoras.
“Teje, mujer verde, mujer húmeda, teje, teje,
amontona materias putrescibles sobre tu falda de donde brotaron tus hijos,
esa lenta manera de vida”.
Estas imágenes nos llevan a una mujer creadora de vida, de obra, y a la mujer araña, algo monstruosa incluso, porque teje para atrapar, teje para urdir algún plan.
Mujer, araña y quizá bruja. El tejido empieza a deshebrarse en sus distintos simbolismos: el de la red, pero también el de las tramas internas. El pensamiento, o “la bolsa donde se ahoga el corazón”. La mujer que describe Cortázar teje “en cada hueco donde el tiempo sea un pulóver”, teje en todas partes con “las manos del hilo” o con sus “cienmanos” o con sus “manos en la cara”.
Toda ella es mano, pues cada parte de una mujer tiene la capacidad de crear y de atrapar. Su material es la propia voz del amado, los recuerdos. Ese mismo hilo le servirá, quizá, para olvidar.
Esta figura reaparece en el cuento Babas del Diablo, en el que la mujer es la araña que devora a su presa, un muchacho enclenque que más parece su hijo. Supe por este cuento que en distintos países se conocen como “babas del Diablo” o “hilo de la Virgen” a esas telarañas que cuelgan de los árboles y que son tan ligeras que con el viento pueden viajar lejos y cruzar océanos (algún aracnólogo que por favor me confirme este dato).
Por supuesto no iba a dejar de mencionar a Casa Tomada. Cortázar quiere que Irene esté tejiendo todo el día como una forma de mostrar su rutina y cómo ésta va cambiando cuando “algo” se va tomando la casa en la que vive con su hermano.
“A mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso”.
El tejido es de las últimas cosas que pierden en la casa devorada por una presencia no explícita. Es entonces cuando saben que deben irse: “Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo”. Imaginé que Irene sabía bien que, mientras sujetara el hilo, ella iba a estar conectada a todo lo que este tocara. No querría que la tomaran también a ella.
Ahora hablemos de Rayuela. Resulta que en esta novela hay un capítulo suprimido por el mismo autor pues, dijo, lo encontraba repetitivo. En este, el hombre pega con adhesivo hebras de ovillo negro que van del cuerpo de la mujer dormida a diferentes puntos de la habitación. Como atrapándola en su telaraña. Pega muchas especialmente en el ombligo, el centro de su mundo, el lugar donde nacen todos los hilos. Es un acto erótico. Teje esa teladearaña alrededor de ella como una manera de poseerla. Hasta que, para poseerla en realidad, debe liberarla.
“La desnudez de se recortaba no tanto por estar tendida de espaldas en la cama sino porque las hebras negras parecían converger de todas partes y precipitarse sobre ella”.
Finalmente en la Rayuela que conocemos, quedó la manía de Horacio de andar con cordeles o “piolines” en los bolsillos que recogía del suelo, “de juntar hilos de colores y meterlos entre las páginas de los libros, de fabricar toda clase de figuras con esas cosas (...). Oliveira se preguntó si la fragilidad de los hilos no le daba algo así como una perversa satisfacción”.
“Los hilos le parecían a Oliveira el único material justificable para sus inventos (…) Le gustaba que todo lo que hacía estuviera lo más lleno posible de espacio libre, y que el aire entrara y saliera, y sobre todo que saliera”.
El vacío es una de las características del tejido: hay aire entre los puntos y ese espacio también nos cubre de alguna manera. Pero él, Oliveira, no quiere ser atrapado de ninguna manera. Por eso, de alguna manera huye a su novia Gekrepten, quien le teje y desteje pulóvers para el invierno para este “Hodioso Hodiseo/Horacio”.
El ovillo como el universo que lo contiene todo, pues todo se puede tejer con ese hilo. Incluso los pensamientos. O las trampas, como el titular inventado: “SE LE ENREDA LA LANA DEL TEJIDO Y PERECE ASFIXIADA EN LANÚS OESTE”.
Este juego de Cortázar de que la lana cobre una especie de vida propia se encuentra también en el cuento No se culpe a nadie, en el que un hombre queda atrapado en su pulóver. Este lo asfixia, como si fuera una red: “el otoño es un ponerse y sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando”.
Así como el tejido parece atrapar en los cuentos de Cortázar, también es un recurso que funciona para enlazarse al ser amado (aquí “Abro hilo” con fragmentos de este tipo).
“No te preocupes –dice fama–. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos. (…) Además, le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los dos hilos –uno azul–”. (Historias de Cronopios y de Famas)
Así cierro este hilo, seguramente incompleto, de un Cortázar que sabe bien que la escritura es tejido, que las palabras son hilos, que las manos son agujas. Y que con cada trama es capaz de congelar el tiempo, rehusarse a la muerte, volver a lo íntimo, doméstico. Y así, ad infinitum, pues el tejido es circular, repetitivo.
Si quieren más, pueden leer esta reseña ampliada aquí.
Muy cerca,
Jules
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-Seguirme el hilo-
Trilogía de cuentos: «Más allá del azul y el rosa»
Tal y como les prometí, aquí pueden descargar de forma gratuita el PDF de los tres cuentos que escribí pensando en cuestionar los estereotipos de género. Espero que los disfruten y compartan con la familia. Quedo pendiente de sus comentarios :)
-Gaveta de recomendados-
Puntada creativa
En una casita junto al mar, vive mi muy amiga María Paz, poeta y bordadora, quien acaba de publicar "Florecer una araucaria" un libro bellísimo que habla de esas cosas en las que empezó a fijarse, a dibujar y bordar tras una lesión en sus rodillas. Ella es tan delicada, que bordó la portada de cada uno de los ejemplares. Pueden verla hablando de esto aquí. Si viven en Chile, pueden comprar su libro enviándole un mensaje a ella. Y si están en Santiago, vayan al evento en Plan Sofa este sábado 16 a las 12h.
Dedal de yogui
Hace un tiempo le pedí a mi hermano Álvaro Diego que hiciera su propia versión musical de Namasté, esa palabra del yoga que significa "la luz que hay en mí ve la luz que hay en ti". El resultado es una canción con ukelele que amo y que quiero compartirles aquí. Yo la uso para mis prácticas de yoga para la infancia, aunque bien sabemos que cuando yogueamos, todxs somos niñxs.
Aguja que suena
Ya que ando cortazariana, quiero recomendarles Jazzuela, un álbum que se hizo con todas las canciones mencionadas en Rayuela. Música para endulzar la tarde o la noche, para tejer, para crear. Y, quizá, amar: “El jazz es un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra… es la lluvia y el pan y la sal".
La trama
Cada año en la Fiesta del Libro de Medellín se publica y comparte el "Cuentico amarillo", una historia contada y dibujada que reinterpreta relatos clásicos. Aquí pueden leer todos sus números en los que verán textos e historias de gente que admiro como Elizabeth Builes, Lucas Vargas y María Duque.
Dechado de palabras
"Las palabras son un regalo que nos conecta con el universo y con lo intraducible". Así se presenta Intraducibles, una selección ilustrada de 68 palabras de distintas lenguas de pueblos indígenas mexicanos (y que puedes consultar por completo aquí). ¿Se te ocurre algún intraducible de nuestra lengua?
La labor
Mi plan favorito, manos abajo, es ir a una cabaña, prender chimenea, ver desde ahí la montaña, bordar, estar en silencio, tomar algo caliente, y calentarme con un pulóver tejido o con Juliancito. Por esto me encantó descubrir El club de la cabaña, un newsletter dedicado a quienes amamos este plan. Aquí hay un mapa de los lugares que se han recomendado. Faltan en Colombia y en general en América Latina, ¿tienen sugerencias?
-Botica poética-
Curar con flores y poemas
Nos escribe Karen: "Estoy en medio de una exploración de mi sensibilidad y quiero fomentarla con poemas sobre las plantas y su infinita belleza, acompañadas de ilustraciones botánicas".
¿Plantas y poesía? A quien buscas es a Emily Dickinson, quien además tenía un herbario impresionante. Aunque cualquiera de sus poemas te sirven para tu cometido, te dejo aquí uno de mis favoritos.
(Si quieres que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme)
No habré vivido en vano
(Emily Dickinson)
Si puedo evitar que un Corazón se rompa
no habré vivido en vano
Si puedo aliviar el Pesar de una Vida
o mitigar un Dolor
o ayudar a un Tordo desmayado
a volver a su Nido
no habré vivido en Vano.
-Hilos que nos unen-
No puedo irme sin compartirles esta belleza de mensaje que me escribió una amiga lectora de Perder el hilo, a propósito de "El aroma de la nostalgia", y que encontré muy profundo. Gracias por leer y por escribirme :)
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Cuando yo tenia 12 años me quemé con una olla presión y entre las heridas, tuve quemaduras dentro de la boca, las fosas nasales, la garganta me ardía y tenía quemaduras en una oreja. Gracias a esto, perdí gran parte del sentido del gusto y del olfato desde que era niña. Yo nunca he distinguido un olor bueno de uno malo ( basura), por ejemplo. Exceptuando el chocolate y el café que los amo y el ajo que lo odio, no percibo diferencias. Los sabores son salados, dulces o ácidos.
Cuando me dio COVID, me pasó lo contrario a todo el mundo: percibí muchos olores que casi me vuelven loca porque no sabía que eran y el otro sentido alterado fue la visión ( los colores eran psicodélicos y como en discoteca/con strobo).
Espero que este compartir experiencias a partir de tus newsletters también te guste.
Te quiero mucho
Julieta.
-Nudo final-
Irene, de Casa Tomada, tejiendo un pulóver para su hermano