☂️Perder el hilo #10: Nuestras sombras
Hola, vos,
Estos días te volvió a visitar tu sombra, lo sé. La viste y no te gustó. Quisiste encerrarla, apartarla, y en cambio salió más fuerte y oscura. Cuando hace eso, sabes que no eres la única persona a la que lastima.
Sueles llamarle sombra a ese lado tuyo que consideras negativo, oscuro, que no quieres mostrar. Le llamas así porque una sombra es una proyección algo borrosa de lo que eres, es la luz que no llega, la ausencia que no deja ver. Ese lado tuyo, tan escondido, es un cuerpo que te acompaña, que se elonga a veces, que se posa en cualquier lado dependiendo de la posición de la fuente de luz, que se deforma según el mundo que le rodea.
Está ahí, quieras o no, multiplicando tu presencia, conteniendo una visión tuya que también merece la pena entender. Pero recuerda que solo es una visión, no la realidad misma, aunque eso es lo que te repites por haber estado tanto tiempo en esta caverna platónica y te hayas acostumbrado a esa comodidad, a esa falta de conocimiento. El conocerte, sí, y el conocer otros caminos, otras ideas.
“La cualidad a la que llamamos belleza debe siempre crecer de las realidades de la vida. Nuestros ancestros, forzados a vivir en habitaciones oscuras, pronto llegaron a descubrir belleza en las sombras, a la larga para guiarlas hacia los fines de la belleza".
Primero intentaste decirle que no tenías tiempo, ni ganas, ni palabras para atenderla. Últimamente eso, el silencio, te había funcionado bien. Sabes que tarde o temprano tienes que lidiar con ella, y hubiera sido bueno que recordaras que podías decirle "hoy no" y abrirle la puerta al día siguiente, bajo otro sol, invitarle a un té, y sobre todo, dar unos pasos hacia atrás para ver mejor de dónde venía, para ver que el mundo es más grande que esa habitación en la que te sentiste tan encerrada, tan ensombrada.
Oh, pero no. Te pareció que entre más rápido resolvieran sus asuntos pendientes, mejor. El problema con eso es que las palabras necesitan tiempo para gestarse, si no, se pueden convertir en lanzas. Te lo digo: las palabras son como las agujas; dependiendo de cómo se usen, sirven para remendar o para atravesar. Solo la lentitud de sus puntadas es capaz de deshacer o evitar los nudos.
Creíste que no había remedio, que había que aceptar esas desafortunadas visitas de vez en cuando y rogar por que no acabaran con todo. Pero eso, todo, todos, vos, valen lo suficiente como para rendirse. Entonces te viste al espejo y llamaste a tu sombra. La viste en el contorno de tus labios, en el tragaluz de tus pestañas, en las líneas que la sonrisa te ha marcado, en la cueva de tu voz, en el centro de tu cuerpo. La sombra te daba profundidad, incluso calidez.
Del libro "Sombra", Marcela Quiroz.
Le propusiste que se vieran más a menudo, quizá a solas, y así darle tiempo a la sombra para que sus bordes se delimitaran, se hicieran nítidos. Dijiste que te quedarías viendo las pequeñas rocas del pavimento bajo esa sombra, como cuando eras niña, y luego ir a jugar a la golosa sin aquel sentimiento de soledad.
Aquí dejo el hilo. Saludos a tu sombra de mi parte,
Jules
-Seguirme el hilo-
Libro textil: La Caracola
A veces me siento otra. Una caracola, por ejemplo. Caracola lenta, que se derrama por toda la casa con sus hilos.
Así nació este poema animal, que construí con versos que quedan en el «abismo». Si lo lees en voz alta, notarás cómo tu respiración queda al borde. Esto también es conocido como encabalgamiento: «una figura retórica que consiste en no terminar las frases al final del verso sino en el siguiente«.
Espero que disfruten con el poema y con las imágenes que van encabalgando otras historias posibles. Aquí lo podrás leer/ver completo. O aquí puedes escuchar cómo lo leo.
-Gaveta de recomendados-
La trama
A las sombras también se les llaman "monstruos". Justamente este libro precioso de Valentina Toro habla de ese monstruo que llevamos a cuestas, que a veces se hace más grande que la habitación y no nos deja salir, que a veces solo nos mira en silencio. Al fin y al cabo es nuestro, y aprenderemos a convivir con él.
Dechado de palabras
Hay palabras que parecen habitar en la sombra, esa sombra que parece atarnos a la cama en los días del no hacer. Para eso el mejor diccionario que puedo recomendar es "Días de inercia", de Lizeth León Borja (o @cucharitadepalo). Aquí pueden leer algunas de sus definiciones, que son más bien sentidos relatos.
Dedal de yogui
Del yoga me gustan los símbolos en sus posturas y la posibilidad de inventar historias a partir de ellas. El árbol, por ejemplo, representa el equilibrio, la fuerza y a la vez la flexibilidad para dejar que el viento arrulle nuestras hojas (o nuestras ideas). Pensando así, escribí esta historia para la infancia: Dinoyogui y el secreto del árbol
Puntada creativa
Siento que el tema de los remiendos va muy bien con este número de Perder el hilo, así que te quiero recomendar "Costuras", un cuento escrito por Alejandro Marín e ilustrado por Powerpaola. También te dejo esta versión que podrás leer online y que está bordada por Margarita Cuéllar Barona.
La labor
La música en vivo es de esas cosas que me hacen sentir bien, no importa qué tantas sombras parezcan rodearme. Te invito a que busques un concierto en vivo y pruebes lo bien que se siente. Si estás en Bogotá, el próximo domingo 31 de julio, a las 11am, habrá un concierto gratuito de la Orquesta Filarmónica en el MAMBo. Aquí más información.
Aguja que suena
Uno de los podcasts que más escucho es Expertos de Sillón, y uno de mis episodios favoritos es "Emociones", donde hablan con un hombre que convive con la depresión. Encontré bastantes herramientas y explicaciones allí.
-Botica poética-
Para abrazar la sombra
Para abrazar la sombra no hay mejor receta que las del sabio Borges. Se puede cocer a fuego lento y tomar como asana en las tardes anaranjadas.
(Si quieres que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme)
Elogio de la sombra (Jorge Luis Borges)
La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.
-Nudo final-
Hay jardines que florecen a la sombra (@esinee)