🎒Perder el hilo #13: Mudanzas
Desde otraparte, te saludo,
La semana pasada me contaron de una casa que es en sí misma una historia de amor. La casa de las piedritas, en Envigado -Antioquia-, fue construida con una piedra y una flor al día por Santiago como una declaración de amor por Gloria. Cuando se casaron él le prometió que haría esto como un símbolo de su amor, como un recuerdo de cuando le lanzaba piedritas a su ventana porque quería que supiera que él la pensaba incluso por fuera del horario en que les permitían verse.
Hace unos meses Santiago murió. Y Gloria sigue abriendo sus puertas para que los visitantes lo conozcan más a él que a la casa. Quienes han ido (espero hacerlo pronto) dicen que así es, que él se siente, y que se siente el amor con el que, piedra a piedra, fue hecho este hogar durante unos 30 años. Un dato adicional que adoré: las colchas de las camas están hechas de retazos cosidos, que son las piedras de quien trabaja como arquitecto del textil.
La casa de las piedritas. Foto de Envigado hoy.
¿Cómo mudarse de una casa así? ¿Cómo cargar tantas piedras, tantos años, tanto amor? Aquí la memoria de quien se ha ido se mudó a los objetos, paredes, prendas. Así que no, nadie quiere mudarse de un lugar en el que se puede andar a tientas, como si fuese el cuerpo del ser más amado. Nadie quiere mudar de piel cuando se trata del abrigo que tejieron unas manos suaves y tibias.
Otras veces sí que tenemos que mudar de piel, de caracola, de casa, de ropa, de dientes, hasta de vida. Mudamos casi todos los días porque nos vamos haciendo grandes, o adultos (que no es lo mismo). Mudamos para avanzar. Mudar, o mutare, o cambiar. Mudar, o la vida en movimiento, en traslación y rotación.
"Ningún paraíso vuelve. Solo retornan a nosotros las serpientes que nos trepan. Una vez roto el hilo que nos une a un pasado de esplendor, todo vestido se rompe y no hay posibilidad de remiendo (...). Llega un día en que todos los vestidos te incomodan pero no por el corte sino por el cuerpo que habitas, ese cuerpo que poco a poco se te vuelve una habitación malsana". P. Badrán.
A pesar de lo comunes que son las mudanzas, nos aferramos al terreno conocido porque es más fácil saber dónde está cada cosa, así todo esté en desorden o muy apretado. Es más fácil saber dónde te vas a levantar y dónde te vas a acostar, y que el camino que se recorre entre lo uno y lo otro es circular. No hay que avanzar.
Nos vamos acostumbrando a estar en la incomodidad, pues el mundo allá afuera da vértigo. Pero qué bueno es sentirlo. Quedarse, por un momento, sin piso y sin techo, justamente para apreciar tener un piso y un techo. Caminar con una maleta a cuestas y darse cuenta de que no se necesitaban tantas cosas al fin y al cabo; tan solo un libro, un hilo y una muda de ropa limpia.
"Ella duerme por las noches a tu lado y no lo sabe porque duerme, ella besa y tú la besas, eso es todo, era todo cuanto había no en el fondo sino encima de la cama embalada treinta días, treinta veces me avisaron que dijera que me iba y no volvía". A. Zambra.
Fuimos nómadas hace mucho tiempo. Lo fuimos hasta que aprendimos a almacenar cosas y a sembrar (ese huerto, ). Entonces, ¿por qué movernos? ¿Cuándo hacerlo? ¿Con qué fuerzas? Tener una respuesta no es tan interesante como hacerse la pregunta. Quizá, solo con eso, preguntárselo, ya es suficiente.
Estoy segura de que uno tiene a un pequeño nómada adentro que grita de vez en cuando: muévete, que aquí nos come el dientes de sable, o, es hora de irse, la tierra está seca, ya nada crecerá aquí. De nuevo, las decisiones son ambiguas, porque también existe la opción de intentar sanar la tierra, de enfrentarse a la bestia.
"Entre las aves migratorias la permanencia significa aceptar la muerte".
"El deseo de reconstruir un lugar es idéntico al empeño de permanecer en él, sin importar qué tanto haya dejado de parecerse a sí mismo".
"La casa está cosida al cuerpo: nos habita. (...) Solo deberíamos llamar casa a los espacios que podemos recorrer a tientas". M. Oliver.
"del blanco sacudimos / los rastros de pintura/ tras los secretos/ que nadie le preguntó a las paredes/ si querían escuchar (...) ropa, poca/ libros, los necesarios/inhalaciones, ninguno las contó/ cosas livianas/ no vaya en un descuido/ a crecer una raíz". Fátima Vélez. Qué difícil es soltar. Qué difícil es decidir quién se queda y quién se va. O lo que se deja. Volver a sentir un espacio como propio, darle sentido, ponerle una piedra al día hasta que, pasados los años, al fin se complete una alcoba, se fortalezca un matrimonio, o se disfrute la soledad. Eso sí, hay una recompensa inmediata entre tantas cajas arrumadas: el espacio vacío, la posibilidad -mejor que la incertidumbre- de lo que vendrá a ocupar ese lugar.
¿Se muda necesariamente para llegar a un destino? El destino llega, sin duda, pero la casa -real o metafórica- hay que salir a buscarla entre las piedras. Renunciaremos, al fin, a esa primera piel como nuestro gran acto de independencia. Para habitarnos y sentirnos a gusto con ese en quien nos estamos convirtiendo cada día.
Aquí,
Jules
-Seguirme el hilo-
Ilustrar con bordados
La periodista Mariana Martínez me entrevistó para la revista Bacánika y salió esta nota tan bonita en la que es cada vez más claro el hilo entre las historias y el bordado. Me encantará que la lean :)
"Juliana Muñoz Toro lleva sus sueños de infancia delante de ella, como un escudo, son lo que hoy la mantiene en pie como escritora, bordadora, tejedora y artista. Todo comenzó desde que escribió su primera carta a sí misma siendo una niña".
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Gira con la Editorial Norma
Este año tengo el honor de visitar cerca de 32 colegios por todo el país para hablar y hacer talleres alrededor de mis dos libros con la editorial Norma: la novela Diario de dos Lunas y la obra de teatro La Calle 8. Si quieren saber más de estos libros y/o comprarlos, pueden hacer click en este enlace.
>>Lee aquí la columna en El Espectador en la que le rindo un homenaje a Daissy Romero (toctoc), una amiga y bordadora que partió muy pronto.
-Gaveta de recomendados-
La trama
Una de mis escritoras predilectas en la actualidad es María José Ferrada. Tiene esa mirada que embellece y hace fantástico hasta el elemento más anodino. Imaginen entonces que ella sale a pasear al jardín de su infancia y se encuentra con pequeños seres mágicos. Este libro vale la pena tenerlo en físico, así que vayan a Tragaluz. O también lo pueden consultar en línea aquí.
El carrete
Venganza es una de esas películas que te hacen reír y a la vez te dejan pensando por días. Me encantaron sus diálogos profundos sobre por qué las historias hacen que los hechos nos importen más, sobre la idea de pertenencia y lo fácil que es defender al acusado y crucificar a las víctimas. Debe estar en cine en este momento, muy recomendada.
Aguja que suena
Hace unas semanas me encontré con esta maravilla: Diccionario Salsero. Por fin, las historias y la canciones detrás de palabras como "sandunguera", "bembé", "babalú" y otras 500 más. No solo recomiendo el libro, que es una belleza, también esta playlist salsera.
El ovillo de Rima
Ya sé que estoy como loca abriendo más y más gavetas de recomendados, pero es que son muchas las cosas que me inspiran, como los gatos, en especial Rima, mi gata poética. Así que esta sesión va para ellos y sus historias en libros y bordados. Empecemos con este fanzine sobre lo que los gatos nos pueden enseñar sobre el apego.
Puntada creativa
Una prima que quiere aprender a bordar me preguntó por dónde empezaba. Creo que lo mejor siempre va a ser tomar una clase presencial donde uno se familiarice con los materiales y se enamore de ellos. Que la aguja se vuelva amiga. Aún así encuentro que la plataforma Doméstika (prometo que esto no es un patrocinio) ofrece unas opciones muy buenas que personalmente me han ayudado a seguir practicando y mejorando. Aquí hice una reseña de algunas de sus mejores opciones.
Telar de jardines
Se creía que los colibríes, los protagonistas de muchos de nuestros jardines, se alimentaban succionando con un par de tubos huecos ubicados en su pico. Un biólogo colombiano, Alejandro Rico, los estudió con cámaras de alta velocidad y descubrió que no era así. La lengua de los colibríes tiene la forma de dos pitillos, se abre y se bifurca al entrar en la flor y de los bordes de las puntas abiertas se desenrollan unos filamentos que ayudan a llenar la lengua de néctar. Esto sucede en una centésima de segundo, lo que hace muy eficiente su alimentación en cada una de las miles de flores que visita a diario este pájaro. “En la naturaleza la moneda es la energía”, explica el biólogo.
La labor
Cocinar ha sido para mí una de las formas de reconciliarme con la comida, de entender el placer no como un acto de atiborramiento, sino de presencia. Por eso, la labor de esta semana es que cocinen algo que les haga sonreír desde la panza. Recomiendo por ejemplo estos dumplings afganos que ya hacen parte de mis almuerzos habituales (la historia detrás es relinda).
Dedal de yogui
Hacer yoga también es contar historias. Y esto nos lo recuerdan muy bien los niños/as con su acercamiento desde el juego. Una de las formaciones más lindas que he recibido es la de yoga para la infancia de Yoga Kiddy, que además tiene aquí un material de descarga (varios son gratis) para poner en práctica con los hijitos o sobrinos. O con uno mismo, por qué no.
-Botica poética-
Problema con mudar
Esta semana "una leona" me pregunta: "¿Qué poema me recomiendas para esa época de la vida donde estamos mudando pieles, sin dejar ser la que fuimos pero sin serla ya del todo; de sentirse en transición, cuando incomodan amores, relaciones, planes que dábamos por certeros "para siempre", cuando la vida vivida parece fugaz y el futuro son muchos interrogantes...?".
Agradezco esta pregunta porque detonó el tema de la carta de hoy. Para esto le receto, sin contraindicaciones ni contradicciones, estas mudanzas de Gualtieri y de Morábito. Aplíquese a la casa o al cuerpo o a la vida.
(Si quieres que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme)
Ejercicio de la mudanza, Mariangela Gualtieri
El tiempo aquí no fue más que un pedazo de cartón
un sobresalto
la puerta se cierra por última vez
alas de fuerzas domésticas
al genio del lugar
saludo ahora, agradecida
a todo lo que calla perfectamente
y que siempre aquí adentro callo
a todo lo que no aparece en esta casa vacía y permanece
como una larga espera
a este punto del mundo
alto en la ciudad vieja
a esta escucha de luz y consuelo
en la que amamos como mejor pudimos
y dormido bien en su paz
he hecho todas las cosas humanas de la vida
mi corazón sin tristeza
que todo saluda contento
como ejercicio de separación
como gran escuela de mudanza
y de su abandonar la presa
las dejo, cosas,
que su falta sea la melodía que ahora me guíe
la espalda libre del peso
esté derecha en la espera
de la más alta tarea
que me alcance lo poco y la nada,
que sirven,
que el resto sea vacío,
sea entendimiento
con todo lo que no pesa.
Mudanza, Fabio Morábito
A fuerza de mudarme
he aprendido a no pegar
los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar sólo lo justo.
He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula,
que dejo en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza
se disuelva como una fiebre,
como una costra que se cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo de ellos
en un rincón
o un estropicio
que no supimos resolver.
-Nudo final-
Que esta semana empieces a tejer tu propia casa ;)