⏳ Perder el hilo #15: Lo inconcluso
Desde otra ciudad algo lejana, te saludo,
No se trata de lo que hay por hacer, sino de lo que ya empezaste. Eso que tuvo algún motivo que te hacía ilusión, pero que sigue ahí, sin terminar. Esto no es malo, por supuesto. Es la promesa de algo bello que está por verse, esa cima desde donde todo habrá valido la pena. A veces la emoción por llegar allí es mayor que la meta misma.
Bordado "inconcluso" de Gimena Romero para el libro Bambi.
Las obras terminadas, dice la artista Gimena Romero, son aburridas. Son todo lo que pueden ser, sin posibilidad de cambio, de mejora, de añadiduras que agreguen capas de tiempo y de sentido. Un bordado, por ejemplo. Qué bello se ve aún en el bastidor, con el hilo pendiente, o pendulando, con las bases ya trazadas y tanto camino por seguir adornando.
Lo inconcluso está vivo y eso te mueve. Es el pálpito desde el escritorio que te llama a la acción, es la respuesta que das cuando te preguntan en qué andas: en esto y en aquello. ¡Oh! ¡Tantos proyectos! ¿De dónde sacas el tiempo? Y la verdad es que por dentro sientes que no sacas lo suficiente y por eso se mantiene así, inconcluso.
"Si no hiciera libros, abriría un Museo de Proyectos Inconclusos (...). Proyectos ambiciosos empezados con entusiasmo, puestos aparte por razones desconocidas, enigmáticos en su limbo". Sophie Blackall.
Hasta aquí todo bien. Pero llega el día en que pierdes el hilo y te está costando mucho retomarlo. Es más: temes que ya no lo encuentres y aquello se quede por siempre inconcluso. Ese libro que dejaste a la mitad y ya no recuerdas de qué iba. La novela que empezaste a escribir el año pasado y ahora la encuentras muy sosa. El rompecabezas con piezas faltantes, el cuadro al que te da pereza agregarle color, el punto de cruz navideño en pleno junio, el suéter de lana a medio tejer que yace bajo tu cama, el curso de italiano que habría que retomar desde el nivel uno, los materiales para construir algo que, sabes bien, siempre siempre será la última de tus prioridades.
En alguna lectura que ya no recuerdo, seguramente inconclusa, recomendaban que uno hiciera una organización profunda de vez en cuando y al encontrarse con esos retazos de un proyecto sin acabar ponerle una fecha límite. Que quieres hacer una lámpara con esos tablones, listo, en la Navidad de 2023 se la regalarás ya armada a tu esposa ;) (te amo, Juli). Que tienes material suficiente para empezar ese libro de ensayo que quieres hacer, muy bien, busca un lector o editor y prométele una fecha de entrega.
"Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer". J.K. Toole.
Por supuesto, no todo se puede planear así, como si fuese 'simplemente' sentarse y hacerlo. Sabemos que a veces dependemos de otras personas, que hay relaciones u obras que necesitan madurar, o que la vida sucede y que algo llega y te rompe y necesitas remendarte a ti primero antes de cerrar cualquier otra costura.
Hay que llegar a lo más encantador: a la pregunta, más que a la respuesta. ¿Qué es lo que me impide cerrar esto? ¿Por qué, en principio, empecé a hacerlo? Por eso, amigos y amigas, es que existe la maravillosa procrastinación: para no responder preguntas difíciles y, en cambio, distraerse con algo rápido de hacer. Algo que no necesita un cierre: ver el infinto feed de una red social, buscar banalidades en Google o incluso lavar por segunda vez los platos (tal vez tengo un vecino que lo hace, pero no lo sostengo).
Sé gentil contigo y disfruta del proceso, sin afán. Pero también recuerda la dicha de los cierres, pues tras los finales hay pausas, descansos y el espacio para un nuevo proyecto, una nueva expectativa. Si no fuera así ¿qué sería la vida?
Terminar algo no tiene que ser necesariamente llegar a algo exitoso, perfecto. Ese tipo de presiones hace que no queramos acabar nunca. Una vez le escuché a la escritora María Teresa Andruetto que los relatos, más que a finales, deben llegar a un "cierre de experiencia". Me gusta mucho ese término, pues te quita ese peso del final feliz. La vida no es "y fueron felices para siempre", sino más un "continuará", pero en una nueva aventura. Aplica en la creación, en las relaciones o el trabajo.
Cerrar una experiencia puede ser también abandonar, cortar de repente, cuando sientes que no hay más hilo que gastar ahí, en esa historia. ¿Fue tiempo perdido entonces? No lo creo. Fue importante para no tener que estar condenados a contar los mismos cuentos, a transitar los mismos caminos.
Aquí, inconclusa,
Jules
Otra cosita...
>>>Lee aquí mi más reciente columna En El Espectador, sobre esas mujeres que dieron origen a los relatos orales que luego se convertirían en los cuentos de los Hermanos Grimm.
"A veces hilaban, a veces tejían, y los cuentos se iban alimentando de aquellas labores. De ahí que una princesa pudiera hilar paja y convertirla en ovillos de oro, que la Bella Durmiente se pinchara con una rueca, o que una huérfana tejiera abrigos para que sus hermanos cisnes volvieran a ser humanos. Abrigaban del frío del invierno con su voz. A veces movían las manos sin agujas y con ellas iban elaborando bosques de hadas".
-Gaveta de recomendados-
La trama
Durante años sus cuentos estuvieron ocultos en las librerías. Poco a poco se empezó a hablar de ella, a volverse un rumor, hasta que varios coincidieron en que era una de las mayores cuentistas argentinas. Hebe Uhart fue una escritora sui géneris. Hablaba de lo más normal como si fuera extraño, de los detalles, la vida doméstica y de personajes comunes que viven cosas trascendentes. Aquí te cuento más de ella. Y aquí puedes leer uno de mis cuentos favoritos suyos: Guiando la hiedra.
El carrete
Desde que vi la serie, también muy recomendada, "Normal people", me hice admiradora del trabajo de la actriz Daisy Edgar-Jones: esa chica bonita, lista y aparentemente inocente. Solo aparentemente. Luego la vi en "Fresh" una peli bizarra y caníbal. Y ahora la sigo adorando en "La chica salvaje", una cinta de suspenso que te cuestiona sobre la amoralidad en la naturaleza y el salvajismo de la gente de 'bien'. Ahora mismo está en las salas de cine.
Aguja que suena
Esta es mi nueva obsesión podcastera: La faquin condición humana. Sus episodios están bien investigados y contados. Los temas son variados y buscan interesarnos por eso que llamamos condición humana y traer expertos que hablan de una forma amena. Recomiendo especialísimamente este episodio, en el que un biólogo colombiano habla de su secuestro, de cómo los pájaros lo mantuvieron cuerdo y lo que aprendió sobre la reconciliación.
El ovillo
Cuando creas que el mundo se cae a pedazos y que no puedes hacer nada, ve a casa y salva a tu gato. Este poemazo, "Gracia", de la poeta y editora israelí Tal Nitzán, lo cuenta mejor, mucho mejor: "ocúpate pues de tu propia casa/ ve hacia el que te ama/ tu único/ a la súplica amarilla en sus ojos/ y entierra tu cara en su pelaje".
Puntada creativa
¿Ya conocías a la artista alemana Anni Albers? En 1922 entró a la escuela de arte Bauhaus queriendo estudiar pintura, pero solo podía elegir entre tres asignaturas: textiles, encuadernación y cerámica. Frente a la imposibilidad, la creación. Albers y varias de sus compañeras del llamado “Taller de la mujer” sorprendieron con sus propuestas de arte abstracto a través del textil. Tras la Guerra tuvo que emigrar a Estados Unidos con su esposo, el pintor Josef Anders, donde solo él tuvo el reconocimiento como artista y pudo vender sus obras durante años. Más de ella aquí y aquí. Si quieres leer su libro "On weaving", encuéntralo aquí.
Telar de jardines
En defensa de las babosas que tanto detestan quienes cuidan un jardín, les contaré una historia. El ritual de apareamiento de estos invertebrados es un espectáculo colorido y extraño, teniendo en cuenta que son hermafroditas.
Se cuelgan para que la gravedad les ayude a que caigan sus largos y azules penes, que salen del lado de sus cabezas. Estos se enrollan y así fertilizan los huevos de cada una, que igual podrían fertilizar ellas solas. Algunas babosas nunca llegan a aparearse. Afortunadas las que sí, las que "caen" enamoradas.
La labor
La labor que te recomiendo esta semana es que vayas a conocer una librería independiente en tu ciudad. En Bogotá, ve a conocer la nueva sede de Matorral en la Macarena. En Medellín, puedes ir a Antimateria. En Cali no te perdás Expresión Viva. En Buenos Aires ni te digo, que ya sé que en cada esquina hay una (¡qué envidia!). Recomiéndame la que más te guste de tu ciudad.
Dedal de yogui
En esta nueva entrega de la serie de cuentos con yoga para la infancia "Dinoyogui", quiero compartirles un acercamiento distinto a las zonas de energía del cuerpo (no me gusta mucho decir "chakras") a través de afirmaciones de autoaceptación y la visualización de colores. Disfrútenla y compártanla aquí.
-Botica poética-
Breve homenaje a Juan Gustavo Cobo Borda
Esta semana necesito recetar a Juan Gustavo Cobo Borda ante cualquier dolencia, y también ante cualquier alegría. Fue un poeta, lector, maestro y amigo que ya se fue con sus alas gigantescas a un cielo de libros. Aquí pueden leer una semblanza que le escribí hace unos años.
(Si quieres que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme)
Poética, Juan Gustavo Cobo Borda
¿Cómo escribir ahora poesía,
por qué no callarnos definitivamente
y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
¿Para qué aumentar las dudas,
revivir antiguos conflictos,
imprevistas ternuras;
ese poco de ruido
añadido a un mundo
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué herida cura?
Consejos para sobrevivir, Juan Gustavo Cobo Borda
III.
Tu recuerdo me acorrala
y un animal, débil y acezante,
cura sus heridas con paciencia.
Me huelo, buscando en mi piel
huellas de la tuya.
Y hay algo ciertamente espantoso
en dormir sin ti.
Repito,
ya un poco cansado de recalcar lo obvio,
que te quiero y ojalá nunca me olvides.
Pero esto es, o pretende ser,
un poema de amor.
Borra el énfasis,
diluye todo grito patético
y recuerda que la mayor sabiduría
consiste en desaparecer a tiempo.
V.
Repetimos antiguos gestos heredados
volvemos a incurrir
en idéntica figura
reanudamos el hilo de la especie
déjame caer
otorga mayores
y más espléndidas derrotas
haz que mi boca
formule sin cesar vanos reproches
sobre cuanto hago y no hago
dame algo de qué arrepentirme
sé piadosa.
-Nudo final-
Cuando no quieres salir más de casita.