Perder el hilo #29: No estoy loca (solo triste) 😢
Sobre darle su lugar a la tristeza (y quizá volverla arte), quitapenas para cada quien y otras curitas para el alma.
He creído que estoy loca. O me he hecho la loca para no afrontar la tristeza.
De tanto evitarla, en el pasado, esa tristeza se ha convertido en depresión, ese pozo hondo del que no sabía que se pudiera salir. En los días de ‘pozo’ no sentía pasar el tiempo, la piel me ardía y me sofocaba y no sabía cómo quitarme esa capa que es mi cuerpo, de alguna manera desdoblado. Me dije que no merecía lo bueno. ¿Lo creía realmente? ¿O solo era un llamado para que alguien se asomara y me ayudara? No funcionaba. No como lo imaginaba. He querido que me abran la cabeza y me saquen la piedra de la locura: el impostor extraerá lo que cree que es la necedad. Pero, en cambio, saldrá una maravilla, un tulipán. Lo inesperado florece.
Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las cenizas. Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como si fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio.
Alejandra Pizarnik, La extracción de la piedra de la locura.
He creído que estoy loca. Los demás, también.
Por decirme ‘loca’, un término ambiguo e impreciso, he olvidado mi herramienta más importante: el lenguaje. He podido usar palabras que iluminen mejor esa sensación: “necesito esto”, “lo lamento”, “esta rabia viene de mucho antes”, “sé que no soy la única aquí”. Pero no lo hice. He desestimado mis emociones nombrándolas con la etiqueta incorrecta. El problema es que uno se acostumbra, incluso romantiza los comportamientos erráticos, los vuelve vicio. Se pierde la esperanza en uno mismo.
He ido a terapia, que es lo que se debe hacer, no lo dudo. También me han recetado pastillas, lo que en su momento reforzaba la idea de estar loca. Es que de eso no se habla. Además de la vergüenza, pensaba que las pastillas me arrebatarían mi creatividad: lo ‘único’ bueno que tenía. Creía que necesitaba vivir el mundo de manera intensa, incluso dolorosa, para poder hablar de él. No pensé por un momento en que primero tenía que estar bien, salvarme a mí, asomarme al pozo. Nombrarlo.
Y no, las pastillas no me arrebataron la creatividad. Nada puede hacerlo. Ni siquiera lo hizo la terapia de electrochoque con la surrealista Leonora Carrington, cuando fue internada injustamente tras un ataque psicótico. Alguien seguro dijo: “está loca, ¿a quién se le ocurre gritar de esa manera porque su marido haya sido apresado por los nazis?”. Más bien, creo, su libertad no le ‘convenía’ a su familia. Ella no quería ser una dama de la alta sociedad, sino ver más allá de lo literal y delirar. Carrington escapó. Escribió Memorias de abajo sobre su tiempo en el sanatorio y pasó el resto de su vida en México pintando, bordando y escribiendo.
Ese no soy yo, esa no es mi cara. Ni siquiera era yo cuando estaba tratando de hacer esa cara. Ni siquiera era yo para ellos; solo estaba siendo de la forma en que me veía, la forma en que la gente quería.
Ken Kesey, Alguien voló sobre el nido del cuco
Hay posibilidades creativas en todas partes: en la tristeza, la depresión e, incluso, en la locura. Precisemos mejor esta última palabra, quitémosle vaguedad, incluso violencia: ¿atrevimiento? ¿Sinvergüencería? ¿rebeldía? ¿Osadía? ¿Ilusión? ¿Éxtasis?
La psiquiatra Nise da Silveira trataba a sus pacientes con arte. Decía que “cuando la conciencia es sofocada por el inconsciente, la persona comienza a comunicarse a través de otro lenguaje, que es el lenguaje del mito. Jung me sugirió: ‘Si no conoce los mitos, no entenderá los delirios de los pacientes, ni las imágenes que pintan’”.
Los mitos, el inconsciente, el arte son parte de ese lenguaje común con los demás, los ‘cuerdos’ y los no tan cuerdos. Trascienden épocas, culturas, creencias. El lenguaje, más allá de las palabras, es la herramienta que tenemos para expresarnos cuando estamos “allá abajo”. Cuando solo pareciera que gritamos.
Basta con mirar fijamente la cicatriz,
sus imperfectas costuras,
para que la herida empiece a abrirse
y a contar sus historias.Cuida la sal de tus ojos.
Piedad Bonett, Sal sobre la herida.
Quienes me quieren dirían que me he curado, parafraseando a Anne Sexton. Pero no, solo me he visto al espejo, con todo el dolor que eso implica. Y, luego, me he puesto a escribir y a remendar la herida.
Aquí, ya ni tan desvariante ni tan triste,
Jules
Pd: La bibliografía sobre el tema es rica, inabarcable. Diría que casi todas las historias hablan de la locura y la tristeza justamente porque no tienen una sola cara. En este hilo mucha gente aportó referentes buenísimos al respecto.
Un libro Quitapenas
Ante la pena, una historia. Siempre. Hay historias que se vuelven muñequitas que se ponen bajo la almohada para que por la noche se lleven toda nuestras preocupaciones. Esa creencia, de origen centroamericano, fue mi inspiración para escribir la novela La Quitapenas, ilustrada por Elizabeth Builes, que ya cumple tres años desde su publicación con Vicens Vives. En Colombia puedes comprarla aquí. También está en otros países de Hispanoamérica, así que se puede buscar en una librería que trabaje con esta editorial.
»No te pierdas la historia que hizo Anthony Brown acerca de las quitapenas y mira cómo se hacen en Guatemala.
Cómo descubrir a tu gato interior feliz
Dicen que los finlandeses son las personas más felices del mundo. Indagando en sus motivos, me di cuenta de que, para ser feliz o finlandés, ¡hay que ser un gato! Al respecto, bordé un fanzine. Puedes verlo aquí. Si te gusta, dale amor y compártelo. Es por una buena causa, lo prometo.
Una lectora me escribió pidiéndome un poema para su hija acerca del cambio y otra, acerca del miedo a abrirse. Siento que ambas peticiones están relacionadas y quiero responderlas con este poema, que a la vez es un regalo, de Rafael Cadenas.
Si te apetece que te recomiende algún poema para tus dolencias, solo escríbeme.
Para ti el aprendizaje, Rafael Cadenas
Para ti el aprendizaje,
para ti la soledad convertida,
para ti el espacio ganado a la noche,
para ti el instante, la voz trocada,
el asentimiento,
para ti el último centro del fruto, lo irreductible,
para ti lo que el miedo no puede rozar,
para ti cuanto escapa a las venas del tiempo,
para ti el caudal de los días que se bastan,
el acopio húmedo, la labor de aprender a ser nadie.
No hay secreto.
📚 La trama
El libro triste de Michael Rosen, ilustrado por Quentin Blacke, es, sin duda, triste. Y bello, y honesto. Me encanta que me confrontó con ese sentimiento aunque la historia no fuera la mía. Habla sobre la pérdida, pero sobre todo sobre esas emociones que nos cuesta digerir. Ojalá lo puedan tener en las manos. O, mientras tanto, esto.
»Esta semana hablé en mi columna acerca de las newsletters como ‘nuevas’ formas literarias.
🎬 El carrete
En esta sección suelo recomendar una sola película, pero abrí la Caja de Pandora sobre la depresión y la locura y hoy hay top 8 de pelis (una serie) sobre esto:
-Pienso en el final (Charlie Kaufman): por lo inesperada, por el juego con el espacio-tiempo.
-El faro (Robert Eggers): los riesgos del aislamiento, el quedarse a solas con nuestras sombras.
-Fragmentado (Shyamalan): por el juego mental con el espectador.
-Hombre mirando al sudeste (Eliseo Subiela): por recordarme a “24 señales para descubrir a un alien” ;)
-Silver Linings (David O. Russell): porque a cada loco lo espera su loco.
-Joker (Todd Phillips): hablando con Julián (el marido) sobre la diferencia entre locura y tristeza me dijo “Batman está triste, el Joker, loco”.
-El club de la pelea (David Fincher): de eso no se habla…
-Maniac (Fukunga / Sommerville): en especial por la actuación de Jonah Hill y Emma Stone.
🎨 Puntada creativa
Hay una artista llamada Kate Sekules que habla sobre la ‘menditation’ (enmendar con zurcido+meditar). Ella cree que los hoyos de la ropa se pueden coser de forma similar a los del alma: de forma visible. Que la puntada, o la cicatriz, nos recuerde por qué llegamos ahí, cuál es nuestra historia.
🎵 Aguja que suena
Sobre el tema de la salud mental, aprovecho para recomendar el podcast Entiende tu mente. Su claridad es fundamental en medio de la confusión de emociones. De canción tipo carita sonriente con el ojo aguado quiero dejarte esta de Harry Styles, pero sobre todo, una foto suya con un saco tejido que MUERO por hacerme algún día. Eso me haría feliz :)
Esta semana estuve algo traviesa en la noche, como es debido, y empujé al abismo a una carnívora que no me cae muy bien. Mis incautos humanos intentaron hablar conmigo, pero tengo que recordarles que no necesito justificarme. Tal vez estas palabras de Úrsula K. Leguin les haga entrar en razón. Del “El gato de Schrödinger”:
“Los gatos rara vez malgastan sus palabras. Son unas bestias muy silenciosas. Se guardan los consejos. (…) Este gato solo sabe decir Miau, pero tal vez con sus silencios me esté dando a entender qué es lo que he perdido y por qué tengo toda esta pena dentro. Me da en la nariz que lo sabe. Por eso ha venido a este lugar. Los gatos no dan puntada sin hilo”.
Besitos de nariz mojada, Rima 🐾
Cada vez más admiración por ti, por tu talento que trasciende a través de lo que escribes, nos muestras de la manera más elocuente la cordura de nuestra locura.
Gracias por iluminar las zonas oscuras. Excelente entrega!