#43: Bordar sobre la piel 🎣
Una 'newslater' en carne viva. De regalo, una antología de mazos de Tarot y otras noticias tardías sobre la belleza.
La aguja entra y sale por mi antebrazo. Decenas de puntos diminutos de tinta forman un ojo, un pico, un plumaje en un entramado invisible. Un hilo de sangre persiste en la superficie. La artista pasa un pañuelo y sigue repasando con la aguja el diseño que transfirió a mi piel con el fin de hacerlo permanente.
Tatuar es el arte de bordar sobre la carne viva.
El bordado incluye en su definición de diccionario que la labor de relieve puede ser sobre tela o piel. Ser uno la obra, el lienzo vivo. Llevar en adelante un colibrí y darle vuelo cada vez que mueva el brazo.
La escena me recuerda a Nightmares, obra del fotógrafo Eugenio Recuenco. Una mujer en silla de ruedas se borda a sí misma. La aguja penetra la muñeca y recorre su antebrazo. El hilván pasa por la carne y se hace herida. La lana se ve floja y parece no formar ninguna figura, salvo un pequeño corazón. O lo que a mí me parece un corazón. Tiene un ovillo gigantesco al lado, como un monstruo que la acompaña desde la sombra y que indica que su labor será demorada, incluso infinita. Podría ser una metáfora: el bordado se siente como traspasar la propia piel.
De niña, las agujas estaban prohibidas en mi casa. Pude tragármelas como me tragaba los botones. Pude atravesarme la piel, como en efecto lo hacía, maravillada por descubrir que no dolía si agarraba la capa más superficial.
Al colibrí solo le faltan unos puntos blancos. A diferencia de un lienzo, mi piel trigueña no puede simular la luz. La tatuadora me dice que en ciertas culturas su labor se hace con hilo. Este se humedece con hollín de aceite de lámpara y luego se pasa con la aguja por la piel. Para que la marca sea permanente este bordado debe hacerse muy profundo.
Hay artistas que se bordan a sí mismos con aguja e hilo para crear obras efímeras y que no dejan indiferente a quien las ve. David Catá enseña la palma de su mano con retratos bordados de sus familiares y luego va jalando lentamente el hilo hasta que solo queda una impresión de un rostro que fue, unas puntadas que al deshacerse se convirtieron en nudos de sangre.
El destino de las líneas de la mano se altera con el recorrido de quienes amamos.
Eliza Bennett se enfoca en el concepto de “labor femenina” que hay tras el bordado con su obra A Woman's Work is Never Done- Flesh/Thread. Le da relieve a su propia palma con hilos y tejidos rojos, rosados, lila.
Mi tatuaje queda fijado entre una tríada de lunares, lejos de una cicatriz en la muñeca. Aunque el plan inicial era cubrirla con el colibrí, decidí no hacerlo para que contara su propia historia. Aunque la aguja hace sangrar, también remienda, une, crea nuevas formas.
La artista textil Gimena Romero dice que la aguja es tan delgada porque ninguna otra cosa podría atravesar las esquinas inalcanzables del lenguaje.
En Costuras, de Alejandro Marín y Powerpaola, una niña se queda en casa mirando esa serie de puntadas en su piel, como una cremallera de su propio cuerpo:
A ella la habían cosido. La hizo reír pensar que su piel era un vestido. ¿Cómo sería la piel de dentro? ¿Será que uno se puede quitar este disfraz? ¿Quién se lo habría puesto?
Esta piel es un vestido que habitamos y que vamos remendando y bordando por gusto o por accidente, hasta que lo sentimos más propio. O por lo menos más narrativo.
Aquí, arropando el alma,
Jules.
👆Si quieres apoyar lo que hago en forma de “propina”, este es el lugar para hacerlo. Solo cuesta lo de un cafecito caliente para estos días de lluvia.
Me lanzo con un experimento a partir de esta entrega: voy a maridar el poema de la quincena con una canción. Aquí, unas palabras para amar (sus) (mis) manos.
Si te apetece que te recomiende algún poema a la medida, solo escríbeme.
Aquellos dedos tuyos, Andrés Newman
Aquellos dedos tuyos,
dormidos como en lana,
urdían la caricia y sus efectos.
¡Tocar era tan fácil
y tanto me abrigaba
desnudar esos dedos
para tejer muñecos temporales!
Ahora tejo tu sombra,
que no es poco tejer cuando se ha amado.
Tarot: Ya en una anterior entrega te conté por qué me encanta el Tarot como desencadenante de historias, de escritura. No lo veo como un sistema de adivinación, sino como una colección de obras de arte simbólicas, que además nos hace preguntas para conocernos mejor. Obsesionada con la faceta estética de este oráculo, busqué todo tipo de mazos diseñados desde hace decenios o incluso por artistas contemporáneos. Luego hice una cartilla/antología que puedes descargar, gratuitamente, a continuación. También dejé links por si quieres saber más de cada proyecto. Espero que te guste la selección.
Diario de una bordadora: En el Perder el hilo pasado te recomendé este libro de la bordadora Loly Ghirardi y esta vez vengo a decirte que estaba en lo cierto: es muy bello. Aquí escribí una breve reseña tras haberlo leído. Qué admiración cuando se escribe con tanta honestidad.
Los asesinos de la luna: La película más reciente de Martin Scorsese no necesita seguramente propaganda, pero sí necesita que más gente la vea. Son tres horas que no sentí para nada largas: ¡qué desarrollo de personajes, qué trama, qué tensión, qué actuaciones! Además, impresiona más el saber que esa persecución/asesinato del pueblo Osage es real. Muy recomendada.
Extraña forma de vida: Un cortometraje de Pedro Almodóvar con Ethan Hawke y Pedro Pascal en roles que no había visto antes. Historia sencilla, pero bien contada, con detalles visualmente preciosos. Disponible en Mubi.
Hacer yoga con Patrick Beach en su canal de Youtube.
La conversación en torno al oficio de escribir y mi libro El vuelo de las jorobadas quedó grabada aquí, por si la quieren ver/oír.
Fragmento de una carta de Antoine de Saint-Exupéry a Madame de Rosa, como le decía a su esposa Consuelo Suncín:
Yo siempre he dividido a la humanidad en dos partes. Hay seres-jardín y seres-patio. Estos pasean su patio consigo, lo sofocan a uno entre sus cuatro muros, y uno se ve obligado a hablar con ellos para hacer ruido. Es penoso, el silencio, en un patio.
Pero por los jardines uno se pasea. Uno puede callarse y respirar. Se está a gusto. Y las sorpresas agradables aparecen solas. No hay nada que buscar. Una mariposa, un escarabajo, una luciérnaga se nos muestran. No sabemos nada sobre la civilización de la luciérnaga. Uno sueña. El escarabajo parece saber a dónde va. Tiene mucha prisa. Es asombroso, y seguimos soñando. Luego la mariposa. Cuando se posa sobre una flor espléndida, uno se dice: para ella es como si se posara en una terraza de Babilonia, un jardín colgante que se balancea... Luego uno se calla al ver tres o cuatro estrellas.
Pero no le doy las gracias por todo esto. Usted es como es. Simplemente tengo ganas de pasearme todavía en su jardín.
Nota al pie: Sé que compro más libros de los que leo y que mi lista de libros deseados crece sin control. Aún así, me sigue fascinando antojarme de la lectura, pasearme por librerías y saborear portadas y contraportadas. Y también, me gusta escuchar buenas reseñas o comentarios de libros que espero algún día leer, como me pasa con el podcast en español de libros de Vanity Fair.
Una buena gata como yo llamada Tombilini, que aquí le dirían ‘gordis’, se recostaba todos los días contra un andén en Estambul a ver pasar a la gente. Era, además, muy simpática y por eso cuando se fue al “otro lado” un escultor llamado Seval Sahin le hizo una escultura en su postura favorita. Como todo lo bueno lo dañan, unos ladrones se la robaron. Un político dijo que estos eran “enemigos de todo lo hermoso. Todo lo que conocen es odio, lágrimas y guerra”. Dos días después, la regresaron.
Solo sé que antes de que me vaya al otro lado, estoy dejando por aquí belleza, sonrisas y paz.
Mmmrrrr,
Rima 🐾
Te recomiendo la Baraja del Buen Viajero, de Darío Villegas Ossa. Es preciosa.
Mil gracias Juliana, es una alegría encontrarse con tus palabras y recomendaciones en medio de este tiempo difícil de transitar.
Hoy celebro ser del clan de la cicatriz!