#51: Tenemos que hablar 💬
El arte de conversar para poder amar. Invitación para este sábado, recomendados, poesía y otras aventuras.
El reto no es amar, sino seguir amando.
La palabra ‘reto’ se puede asumir como dificultad, pero también como parte de la emoción y gozo de atravesar un camino que elegimos juntos.
Los días de San Valentín llegan hasta acá, un país que supuestamente no lo celebra, con sus corazones y sus mensajes edulcorados para darle romance a las relaciones de pareja. Esto me hizo preguntar qué era lo verdaderamente importante en el amor. Pero el amor, esa palabra…
Sin una buena conversación no estaría acá, amando. Esa difícil acción de decir y escuchar que posiblemente no hizo parte de nuestra educación sentimental. Me atrevo a asegurar que venimos de familias cuyo funcionamiento se basó en que uno soportaba y el otro ignoraba. Qué cáncer. Avanza el tiempo y quien aguantaba va dejando salir su rencor en constantes reclamos hasta por lo más mínimo. Quien ignoró no aprendió que el mundo no giraba alrededor de él. Ambos suponen cosas antes que preguntar, suponen lo peor y, por lo general, lo equivocado. Así como es posible idealizar, también es posible desfigurar al otro.
Ambos son víctimas y victimarios. No le dieron lugar a sus emociones ni a las de la pareja (o hijos, o padres) en su debido momento. Tal vez hubo monólogos en que no se escuchaba a la otra parte. Y, seguro, muchos nudos en la garganta de lo que se quería decir y no porque era peor la reacción del otro. Pero no. Lo peor no era una reacción pasajera, era el comportamiento permanente.
“La condición para tal empatía (con la otra persona) es una faceta crucial de la capacidad de amar. Comprender a otro significa amarlo, no en el sentido erótico sino en el de acercarse a él y superar el miedo a perderse”. Erich Fromm, El arte de escuchar.
Me gusta pensar en las conversaciones como actos creativos en conjunto. Son oportunidades para imaginar soluciones y, sobre todo, qué es estar en los zapatos de alguien más. Por eso se debería preguntar antes que acusar: por un sentido de curiosidad y respeto por el otro.
Esta actitud de aprendizaje puede superar la de competitividad. No hay que hablar para tener la razón, ni mucho menos para ganarle a alguien. Se habla para validar las emociones atravesadas, las de ambos, sin minimizarlas, sin intentar que unas pesen más que otras o cambiar el sentimiento ajeno. Ahí está la acción más importante, poner a la luz, y no en la solución inmediata o en quedar bien.
Para hallar un camino en conjunto es necesario, o eso dicen los expertos1, hacer una petición cuidadosa y clara, no esa costumbre que tenemos de querer que lean nuestros pensamientos. Es un proceso que necesita varias conversaciones, en los momentos adecuados, abarcando un objetivo a la vez. Y, sobre todo, que requiere una gran tolerancia a la incomodidad. Cosa que es pasajera y que vale la pena, si de verdad es amor, esa palabra.
“Escuchar no es una reacción, es una conexión. Al escuchar una conversación o una historia, no respondemos sino que nos unimos: nos convertimos en parte de la acción. (…) El habla, el sonido más específicamente humano y el tipo de sonido más significativo, nunca es sólo un escenario, es siempre un acontecimiento”. Úrsula K. Le Guin, The wave in the mind.
Cierro con varios símiles entre las conversaciones humanas y los diálogos en la narrativa:
Si los personajes no reaccionan a lo que hace o dice el otro, son de papel. Es decir, les falta humanidad, verosimilitud.
Para que pase algo en la historia debe haber conflicto, confrontación, choques entre las formas de pensar de los personajes. Si todos están de acuerdo siempre, el libro es plano, aburrido, predecible. Como en la vida.
Los diálogos formales son innecesarios. Hola, qué tal, que el clima esto, cuídate. Son palabras que usamos, claro, por formalismo, pero que no revelan nada de nuestro mundo interior ni de lo que buscamos de verdad comunicarle al otro.
Revelar los verdaderos sentimientos o los grandes secretos en el lecho de muerte es un recurso sobre utilizado. El lugar común, fácil.
Es todo por ahora. Espero haberte animado a tener esa conversación difícil.
Tuya,
Jules.
👆Este café virtual es una especie de propina que me das porque esta carta le aportó algo a tu semana. Escribiendo esta carta tardé cerca de seis horas, y lo disfruté mucho. Ahora gracias a ti por compartirme también de tu tiempo, es lo más valioso.
»Te leo un cuento
A propósito de mi nuevo libro Las cosas olvidadas, quiero dejarte por aquí un abrebocas en voz alta. Se trata del cuento Un pájaro de coser. Recuerda que el libro puedes comprarlo en Norma, Casa Tomada y Espantapájaros.
»Conversación ajardinada
Con motivo de la reedición de Autorretrato en el jardín (¡en menos de un año de lanzamiento!) Estaré conversando con Danielle Navarro en la librería María Mercedes Carranza (cra. 15 # 108-05, Bogotá) este sábado 17 de febrero a las 4pm. ¿Nos vemos por allá?
>>Si estás fuera de Colombia, puedes comprar el libro en Buscalibre o en digital.
>>Te dejo por acá una nota muy linda que escribió Mónica Diago para la Revista Bienestar acerca de Autorretrato en el jardín, procesos creativos y otras cositas ;)
>>Y acá una conversación fresca con Carlota Garrido en su podcast La Ilusionista:
Una querida lectora me pidió un poema para un nacimiento. Llegué a este de Luna Miguel, que me encantó por lo extraño y lo sentido. ¡Disfruta!
Si te apetece que te recomiende algún poema a la medida, solo escríbeme.
Una semana de vida, Luna Miguel
no eres humano. tus orejas pequeños milímetros como van a ser humanas. no es humana tu manera de respirar. o ese corazón agitado que nació de un corte en el vientre. corte que no es humano. no es humana esta manera de nacer. esta manera de mecer. esta manera de querer milímetro a milímetro, miniatura a miniatura, piel a piel-pequeña entre mis pechos. me dijeron que eras persona, pero eres pez. u oso. o perro relamiéndose los dedos al sol. no eres humano ni persona: eres ictericia, pezonera y pinza, ojos indecisos que miran con asombro. no eres humano: solo eres hueso baba. hueso suave. hueso enamorado de llanto y de calor.
Quiero recomendarte tres películas nominadas a los Premios Oscar desde puntos de vista distintos:
-Un análisis narrativo de El Niño y la Garza.
-Los libros que acompañan la película Perfect Days.
-El grupo musical que se escucha de fondo durante Anatomía de una caída.
Paseando por la Librería Babel en Bogotá, me encontré con esta dicha de libro de Paola Quintavalle y Alessandro Sana. Es un poema que relata los nueve meses de espera:
Una de las artistas consentidas de este Newsletter es Louise Borgeois, de la que hoy quiero resaltar un trabajo tremendo en torno a la maternidad: The Reticent Child.
Lo que dice Irene Vallejo acerca de Coser y Bordar:
El silencio y el estrépito. Eras solo una niña. Recuerdas a tu madre, después del trabajo, absorta en sus dos mundos cotidianos: los libros y la costura. Con el dedal o la lectura, todo era sigilo. Otras veces, la casa entera temblaba sacudida por ese tableteo entrañable de la máquina de coser o la de escribir. Siempre, el gesto de concentración. Enhebrar el hilo en el ojo de la aguja, fijar los ojos en las hebras de las líneas.
Una palabra que no conocía: kenopsia, o “la inquietante atmósfera de un lugar vacío que normalmente está lleno de gente, pero que permanece abandonado y tranquilo”. Pienso en el Parque Jaime Duque o en Coney Island. Parece que los parques de diversiones son los primeros en caer.
Como gata veo improbable la muerte. En primer lugar porque tenemos siete vidas, ¿no? También porque con el tiempo vamos adquiriendo esa habilidad de estar sin estar. Es como si nos desdobláramos en pequeñas presencias por los lugares en los que alguna vez dormimos, pedimos alimento, soltamos pelo o reconocimos con el cuerpo.
No se irán en silencio
los gatos que han compartido nuestras vidas.De manera sutil nos hacen saber
que su espíritu aún sobrevive.Y aunque el tiempo puede traer nuevos amigos
y un nuevo plato de comida que llenar,Ese lugar en nuestros corazones les pertenece a ellos.
. . . y siempre lo será.Linda Barnes, El poema del gato.
Basta por hoy de temas tan densos. Los felinos, ante todo, somos profundamente ligeros.
Rima 🐾
Ya leí la primera historia de Las cosas olvidadas. O bueno, ya me la leíste. Seguiré con las otras!