#69: Del texto al textil 📖
Del hilo con el que se escribe y se teje, invitación a tarde de bordado, poemas y otras delicias para no perder el tiempo.
Hola, vos1,
He contado historias desde que tengo memoria.
Escribo porque temo olvidar, especialmente de dónde vengo: de mi madre, costurera, y de mis abuelos, que vivían en el campo colombiano. En esas raíces encuentro un hilo que lo une todo: cada acto de cuidado (alimentar, vestir, acobijar) se hace con las manos.
Abordo mi oficio de autora de la misma manera; cada relato debe sentirse como una pieza artesanal que invite a ser acariciada. Por eso, cuando aprendí a bordar con mi madre, me maravilló la intersección de estas dos artes —escribir e ilustrar con hilo— y cómo podían enriquecer mi trabajo. Hoy en día escribo historias que luego bordo, o bordo imágenes que más tarde se convierten en libros textiles, los cuales suelo exponer en librerías y museos.
Quizá Hiparquia pensaba, con humor juguetón, que la mente es un gran telar de palabras. Todavía entre nosotros, en la terminología literaria se continúa empleando esa imagen de la narración como tapiz. Seguimos hablando -con metáforas textiles- de tramas, de urdimbres, de hilar relatos, de tejer historias (…) ¿Qué es para nosotros un texto, sino un conjunto de hebras verbales anudadas?
(Irene Vallejo, El Infinito en un junco).
Creo que las ideas son alma y eligen su cuerpo entre múltiples opciones: escritura, hilo, baile, sonido. Esto ha sido crucial en mi carrera: en latín, “recordar” significa “volver a pasar por el corazón”, y para mí, bordar es una forma de meditación que me permite escuchar el corazón de las cosas y así contar sus historias. Los bordados, además, tienen un peso. Digamos que son casi un animal que duerme en nuestro regazo. A veces este animal guarda el relato de cuando fue creado. Es el guardián de un diario escondido entre las hebras. El tejido, por su parte, es el objeto que mejor mantiene la estructura de un abrazo. Incluso, su olor. Cuántas abuelas y bisabuelas hay en carpetitas de crochet, en suéteres de punto, en patines de bebé.
Así como las manos cuentan historias de múltiples maneras, he comprendido que el cuerpo también lo hace. Practico yoga desde hace veinte años. Al principio, lo hice como un camino para sanar físicamente, pues había atravesado un trastorno de la conducta alimentaria. Solo a través del cuidado —y no del castigo— pude aprender a amar mi cuerpo. Con el tiempo, me di cuenta de que esta práctica podía extenderse a otros espacios, especialmente con niños. Utilizando los nombres de las asanas, empecé a inventar historias que los pequeños podían seguir con sus cuerpos, creando una poderosa forma de conexión durante mis visitas a escuelas. Esta narración física, entrelazada con la naturaleza táctil del bordado, me ha permitido explorar cómo las historias pueden experimentarse más allá de las palabras.
Hoy en día, sigo nutriendo mi práctica creativa con caminatas por la naturaleza o, al menos, en mi propio jardín. Desde hace un año, mi pequeño hijo también me inspira y me acompaña en esta aventura. La maternidad ha transformado mi perspectiva: ya no solo me conecto con los hilos del pasado, sino que ahora tejo un tapiz para el futuro.
No sé si perdí el hilo. Me gusta ese ir y venir entre tantos mundos: la literatura, la artesanía, el cuerpo, la maternidad… O quizá no voy y vengo: me prendo de cada hilo y lo enredo en la trama de mi vida para hacerla más rica y compleja.
No todos bordan, no todos escriben, pero todos buscamos “un sentido”. Queremos darle cuerpo al tiempo para sentir que no ha pasado en vano. Queremos acortar el espacio (la distancia) dándonos a los demás con memorias físicas de nuestros afectos. No me extraña que las manecillas del reloj también se llamen agujas. Como las que atraviesan la tela, diría Louise Bourgeoise, sin dañarla, para reparar el daño, para unir.
Aquí,
Jules
Pd. Si te gustó esta carta, también puedes leer:
👆Este es el espacio para que me invites a un café virtual. También puedes llamarle propina ;) O abrazo.
»Tarde de bordado
A propósito de la nueva edición de mi novela Los últimos días del hambre, estaré conversando en la Librería Casa Tomada sobre las influencias literarias y textiles detrás de este libro mientras los y las asistentes bordan, tejen o se toman un café. También habrá exposición de mis obras originales.
Este encuentro no es un taller, sino un espacio para compartir entre libros y agujas. Se sugiere que cada persona lleve sus materiales. Mi novela estará a la venta ese día y les bordaré dedicatorias muy especiales :)
La entrada es libre.
¿Cuándo? Viernes 21 de marzo, 3-6pm en Casa Tomada, Bogotá.
°
»En qué ando
Estoy livianita estos días porque pude terminar y entregar mi novela. Sufro los deathlines y a la vez los agradezco porque no me queda de otra que ser disciplinada. Desde mis tiempos de periodista dejé de creer que solo se puede escribir con inspiración. ¿Fue García Márquez el que dijo que esta tenía que agarrarlo a uno sentado, trabajando? Le creo.
La no tan buena noticia es que otra novela, una que escribí el año pasado mientras mi hijo dormía (no creo que mi cuerpo resista de nuevo esas temporadas de trasnocho), quedó por fuera del plan de cierta editorial y ahora anda por ahí, huérfana de quien la publique. Nunca he dado por sentado que todo lo que escribo me lo van a publicar, por lo contrario, sé que soy muy afortunada por las puertas que se me han abierto. Aún así, me da un poco de incertidumbre tener esta historia guardada. ¿La enviaré a un concurso? ¿La presentaré a otra editorial? ¿La guardaré un par de años? No lo sé, tampoco me afana, pero es que el tema lo siento muy cercano: se trata de los nueve meses de espera, tiene un poco de Ulises y un poco de El Principito, y la escribí para un público infantil que, no me canso de repetir, es TODO el mundo. Ya veremos…
Nos vemos en Instagram, Twitter o en mi página.
»Un remedio para saberse arropar
Vestimenta
Te quitas, nos quitamos, os quitáis
abrigos, chaquetas, americanas, blusas
de lana, algodón, mezcla de poliéster,
pantalones, faldas, calcetines, lencería,
ponemos, colgamos, en los respaldos
de las sillas o en las alas de los biombos;
de momento, dice el médico, no es grave,
vístase, descanse, unos días de vacaciones,
tomar en caso de, antes de acostarse, después de las comidas,
volver dentro de tres meses, dentro de un año;
ya ves, y ni creías, y temíamos,
suponíais, él sospechaba;
anudar, abotonar, abrochar con manos trémulas
cordones, corchetes, cremalleras, hebillas,
cinturones, botones, cuellos y corbatas,
y sacar de las mangas, de bolsos y bolsillos
la larga bufanda ajada, a lunares, a rayas, floreada, a cuadros:
su utilidad acaba de ser prorrogada.(Wislawa Szymborska)
»Un poema/conjuro de sueño
Mi abuela se aparece de nuevo en sueños
Toda vestida de abejas, toda amplia y desdoblada, ensordecida por la lluvia, arrepentida del color azul, toda harponeada y reverenda, duramadre secreta, oliendo a pan, repuesta, reescrita, aficionada al comino, acicalante, arropada en recuerdos ajenos, toda callejuelas y corredores sin nombre, titirando bisiesta, sin cronómetro, afilando su odio en los solsticios, cartesiana, toda hambre al amanecer, ruina habitable, epidural y negra de esperanza, acumulando dudas de la existencia de Dios, estribaciones fósiles, simple, sin simulacro, se acerca,
me murmura al oído.
Mi corazón late en reversa.
(Elisa Díaz Castelo)
El newsletter Eso que haces, de Noe Olbés. Me encanta asomarme a las rutinas de los otros y ver cómo esta cotidianidad moldea sus vidas creativas.
Siempre que leo una de estas entregas, me imagino a mí misma respondiendo la entrevista de Noe. Imagino, por ejemplo, que a la primera pregunta digo: No tengo despertador. No hace falta. A las siete de la mañana aparece mi hijo en el monitor, mi hijo que despierta muy sonriente intentando desatornillar las barandas de su cuna como todo un escapista. Como soy la última en darle las buenas noches, el padre es el primero en darle los buenos días. Al abrir la puerta de nuestra habitación entra Rima con su discurso aullador en el que nos cuenta qué hizo en la noche (tal vez mirar el eclipse, luchar contra polillas gigantes que golpean la ventana y avistar una lechuza que a veces vuela por el vecindario) y nos reclama por levantarnos tan tarde. Luego viene el café, que últimamente siempre se enfría.
Místicas podcast, de Carmen Pacheco y Manuel Bartual. Con esas firmas cualquier cosa puede salir bien. Esta historia de ficción hecha podcast me tiene enganchadísima: nostalgia ochentera, videojuegos, misterios y amistad.
The Craft Atlas es una plataforma para conocer más de técnicas y artesanos de todo el mundo. Mediante un mapa, puedes explorar diferentes formas de creación textil.
En la entrega pasada les hablé de la escritora Marina Colasanti, a propósito de su triste partida. Hoy les traigo otra cata de sus cuentos para que la conozcan y la recuerden. También recomiendo un homenaje acerca de ella que escribió mi buen amigo Adolfo Córdova en su blog.
La segunda temporada de Severance. Esta serie ya es una de mis favoritas gracias a elementos como: gente de oficina, todo muy Black Mirror, el misterio, lo raro y divertido, la fotografía… No veo la hora de más.
Aunque llevo varios años leyendo y comprando libros ilustrados, solo desde el nacimiento de O. empecé a acercarme a la maravilla de libros en cartoné. Aquí el top cinco de sus favoritos del momento:
Tucusito, de Jhon Moreno y Paula Ortiz: Todo nos gusta. Lo colorido, el ritmo y la historia tan creativa que a la vez enseña algo. Industria colombiana, además de todo.
Estaba la rana, Paloma Valdivia y Carles Ballesteros: La ilustración es de otro nivel. A O. también le encantan las repeticiones, los animales y las onomatopeyas.
El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza, Werner Holzwarth y Wolf Erlbruch. Este es ya un clásico de la LIJ. Tiene humor, intrigas y hasta venganza :)
That’s not my bunny, Fiona Watt: El tema de las texturas es un hit total. Funcionan muy bien las repeticiones y pequeños personajes adicionales (un ratón, una abeja, etc.) con los que uno puede contar sub-historias.
El osito Tito, de Benji Davies: O. está en la etapa de usar sus dedos índices para señalar e interactuar con todo. Este libro le fascina porque justamente tiene dónde poner su dedito y sorprenderse con lo que aparece y desaparece.
Una canción de esas que me parece haber escuchado en otra vida:
Dice Simone Weil en algún lado que la alegría es un sentimiento de realidad. Y sí. Estar presente. Agradecer lo que es y dejar la frustración por lo que no. Soñar, sí, pero aterrizar el sueño. Tangibilizar la experiencia.
Una versión de este texto hace parte de mi postulación para una residencia de la que espero contarles pronto!
Honorazo salir tan bien rodeada. Qué bonito ese comienzo de día. Mil gracias ❣️
Hermosísimo, gracias