#57: Bitácora de una espera 🌱
Mi experiencia, en breve, de nueve meses y un día. Nuevo laboratorio creativo para a-bordar la maternidad. Libros, poemas, sones y flores.
Escribo esta historia de forma fragmentada porque así la recuerdo. Sin orden. Como en un sueño. La comparto no porque sea madre, ni tampoco pensando en que solo lo lean madres, sino porque las noticias de la vida nos reparan ante las noticias de la muerte.
Escribo esta historia en segunda persona porque mi nueva voz favorita es hablar con él.
***
Un día quise bordar un cuadro de Klimt de una mujer embarazada con una túnica muy colorida. Sus manos estaban vacías, pero me parecía ver el movimiento de la aguja en ellas. Así la bordé, con una inesperada emoción por su panza. En ese momento también estaba en embarazo y no lo sabía.
*
Fui a confirmar tu existencia y supe que eras primero corazón antes que humano.
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El ecógrafo parecía un telescopio que apuntaba a la oscuridad del espacio. De repente una luna, tu cabeza. Astros brillantes en movimiento, tus brazos y piernas en caos, como un cuadro de Picasso. Ir al médico era como ir a visitarte a otro planeta.
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La noche antes de que supiera tu sexo tuve un sueño. Estaba en una casa colonial en la que cada habitación tenía su propio jardín. Al mío llegó un unicornio herido, pequeño y gordo. Quise sanarlo, cuidarlo. Le dije que se quedara conmigo, que comiera todo lo que quisiera, excepto los gladiolos. Leí que los gladiolos simbolizan el amor atravesando el corazón como una espada. En el sueño sabía que eras mi hijo. Te ofrecí un nombre y lo tomaste con gusto.
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Soñé que eras tan pequeño que cabías en un bolsillo interno del abrigo de tu padre y que ahí te dormías. Luego empecé a sufrir de insomnio y no pude volver a recordar mis sueños premonitorios.
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Todo el mundo opinaba acerca del tamaño de mi barriga. En un mismo día para unos era muy grande y para otros, muy pequeña. Esto me incomodaba; nunca me ha gustado que opinen con tanta libertad de mi cuerpo.
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Recuerdo una noche de ansiedad. Aún tan pequeño, empezaste a darme pataditas. Yo tocaba la panza y tú me respondías. Fue una de las tantas veces que tuve risa con llanto.
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Los días antes del parto fueron de mucho silencio. Incluso aburridos. Organizamos la ropa por tamaños y tu padre hizo arreglos en la casa. Yo ya había resuelto pendientes laborales y solo me quedaba esperar. Bordé hasta el cansancio. Leí hasta el cansancio. Terminé una novela. No quería sentir que tenía que "aprovechar" para hacer las cosas para las que no tendría tiempo después. Nunca he querido verte como un obstáculo de ningún tipo.
*
Empaqué una bolsa de tela con un pequeño kit de bordado para llevar al hospital. Escogí con cuidado un pañuelo de tu bisabuela y las tijeras más finas. Imaginaba muchas horas de espera con contracciones leves. Bordaría solo con hilo negro figuras abstractas. Nunca saqué ese costurero.
*
En la noche de la labor, Julián me recordó cómo respirar: inhalar profundo y soltar el aire muy despacio. Hacerlo así era muy difícil; yo quería gritar. Recordé la respiración de pájaro en la que se ponen los labios como si uno fuera a silbar y así dejar pasar el aire más lento. Funcionó.
*
Pasaron varias horas. Mi noción del tiempo era otra, inmóvil. Estaba concentrada en tu ritmo cardíaco, en respirar, en las piernas dormidas, en entender cuánto era mucho dolor para darme otra dosis de anestesia. Las contracciones volvieron fortísimas, pero nada comparado con antes de la epidural: un hoyo negro que se abría en mi vientre, y al abrirse me atravesaba. Sentía una caída libre, vértigo, y no tocaba fondo.
*
2:52 am,
luna menguante,
tú,
de repente
la luz,
tus gimoteos,
mi alivio,
nuestro llanto feliz,
nada más me dolía.
Solo supe sonreír
como si fuera mi único gesto.
*
El doctor te desenredó el cordón (¿nuestro cordón?) y te puso en mi pecho. Eras jabonoso, sedoso, no sé, aún intangible. Te dije bienvenido, te dije amor una y otra vez.
*
Mi mamá solía decir que una mujer que muere durante el parto va directo al Cielo. Y, si no muere, al menos queda libre, como vuelta a nacer. Sí, volví a nacer contigo.
Aquí,
Jules.
Pd. Si te gustó esta carta, también puedes leer:
🌷Guardiana de la luz
🌷Cuídate mucho
🌷La anunciación
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»A-bordar la maternidad: laboratorio creativo (a destiempo)
Estos meses he tenido muchísimas ganas hacer un taller para crear a partir de la experiencia de la maternidad. Pensé en un encuentro tradicional vía Zoom, pero no es realista en este momento justamente por los tiempos que pide mi bebé. Así que pensé en una forma en que podamos juntarnos a leer, escribir y/o bordar, pero a destiempo…
Esta es mi propuesta si decides apuntarte:
Entrarás a un grupo de Telegram privado donde iré compartiendo durante todo julio, una vez por semana: (1) material literario y visual para abordar la maternidad desde puntos de vista no tan comunes, (2) una nota de voz con una reflexión que fomente nuestra conversación, (3) una consigna creativa para escribir y/o bordar.
Tendremos una carpeta de Drive para que compartamos los ejercicios escritos o bordados con el fin de que todas las participantes y yo los comentemos. Haré un acompañamiento especial a sus proyectos durante ese mes.
El grupo de Telegram funcionará como un foro en el que todas podrán participar organizadamente por cada tema propuesto.
Les compartiré una serie de videos tutoriales con puntadas básicas para desarrollar sus proyectos.
Este laboratorio está dirigido a personas interesadas en la escritura y/o bordado, sin necesidad de una experiencia previa; interesadas en las múltiples caras de la maternidad y que tengan ganas de crear un proyecto (poema, cuento, testimonio, bordado, fanzine, etc.) para a-bordar este tema desde su propia experiencia.
El precio para hacer parte de este espacio es de $160.000 pesos colombianos o US$40 dólares. Lo puedes tomar desde cualquier parte del mundo y, lo mejor, en tus propios tiempos.
Para inscribirte, solo escríbeme y a vuelta de correo te daré los datos para que puedas realizar tu pago. Fecha límite: 1 de julio.
»En redes:
Terminé mi proyecto de Tetasutra bordada.
Para el día del padre, recordé a este pingüino emperador.
Nos vemos en Instagram, Twitter o en mi página.
Podría ser que estos poemas estén especialmente recetados para nuevos padres y madres, pero también para todo aquel que sienta curiosidad por el acto de cuidar.
Su primera semana, Sharon Olds
Era tan pequeña que yo escaneaba la cuna cada medio segundo
para encontrarla, boca abajo en una esquina, floja
como algo suavemente arrojado, o caída
desde algún cielo a una pulgada por encima del colchón. Yo
acomodaba su brazo a lo largo de su costado
y lentamente la giraba. Ella rodaba
parte por parte, como una carga
de ropa húmeda, en la secadora. Deslizaba
una mano debajo de su cuello,
deslizaba la otra bajo su espalda,
y la levantaba uniformemente. Su pequeño trasero
descansaba sobre la palma de mi mano, su pecho contenía
fundas fruncidas de muaré, y su cuello -
tenía miedo de su cuello, una vez casi
me pareció oír cómo se quebraba suavemente,
la miré y ella movió sus ojos
de pizarra y me devolvió la mirada. Estaba a
mi cuidado, la criatura de la columna, como el primer
cordado, como si la historia
de los vertebrados estuviera en mis manos.
Cada vez que revisaba, ella aún estaba
con nosotros - algún día, habría una raza
humana. No podía verlo en sus ojos,
pero cuando la alimentaba, la recolectaba
como un ramo de flores suelto a mi lado y le ofrecía
el pecho, blanquecino, y marcado con
minúsculas cicatrices como arroyos a la luz del sol,
sentía que estaba seria, creía que estaba dispuesta a quedarse.
*
Madre primeriza, Sharon Olds
Una semana después de que naciera nuestra hija,
me arrinconaste en la habitación de huéspedes
y nos hundimos en la cama.
Me besaste y me besaste, mi leche desató su
nudo corredizo y caliente a través de mis pezones,
empapó mi blusa. Toda la semana había olido a leche,
leche fresca, agria. Empecé a latir:
mi sexo había sido desgarrado como un trapo
por la corona de su cabeza, me habían cortado con un cuchillo
y cosido, los puntos tiraban de la piel -
y la primera vez que te rompen, no sabes
que vas a cicatrizar, mejor que antes.
Me acosté con miedo y sangre y leche
mientras me besabas y me besabas, tus labios calientes,
hinchados como los de un adolescente, tu sexo grande y seco,
todo tú tan tierno, te inclinaste sobre mí,
sobre el nido de puntadas, sobre
lo rajado y desgarrado, con la paciencia de alguien que
encuentra un animal herido en el bosque
y se queda con él, a su lado
hasta que vuelva a estar entero, hasta que pueda correr de nuevo.
Maridar estos poemas con una canción para que unas manos amorosas (como las de una madre) te muestren el camino:
El herbario de Emily Dickinson: Las flores son sus musas. Les susurra “hermosas niñas de primavera” y las conserva en un herbario desde los nueve años; en sus años de colegio se dedicó a estudiar botánica con rigurosidad. El herbario llega a tener cuatrocientas plantas. Al lado de cada muestra, Dickinson escribe el nombre en latín con su delicada pluma. Lo mismo hace con su poesía: encuentra la palabra precisa que nombre el sentimiento que necesita bordar en el papel.
La historia de los vertebrados: Este libro de no ficción fue escrito por la española Mar García Puig para contar, desde su experiencia personal, cómo a través de la historia se ha vinculado la maternidad con la locura. Aquí algunos de mis fragmentos favoritos.
En el libro Partos, la escritora Fátima Vélez, hace una especie de anti-símil entre la labor de dar a luz y la de escribir:
Quienes escribimos sabemos lo difícil que es enfrentarnos a la no forma; sobre el oficio de crear con las palabras no rigen las misteriosas fuerzas de la vida. Ya quisiera escribir con la intensidad de un parto, ya quisiera escribir con esa inevitabilidad. Afectar con la escritura como un parto afecta las vidas de las personas involucradas, como cuando una ve un parto, como cuando una vive un parto, con esa fuerza que hace que, por un instante, al menos, nos entreguemos a la inminencia.
One day es una serie preciosa (no edulcorada) sobre la relación entre dos personas contada el mismo día a lo largo de 20 años. También hay una película, pero la serie me gustó más porque, claro, se toma el tiempo de desarrollar a los personajes, de acercarnos a ellos. Cuando terminé de verla no terminé de pensarla.
El tapiz bordado de La casa del dragón:
Manual de caligrafía para bordadoras, de Elsie Svennåsm, es un libro (en inglés) que cuenta en breve la historia del lettering, ofrece un compendio de todos los puntos para realizar cada letra y una muestra de los diseños que se pueden hacer con el alfabeto.
¿La vida de Van Gogh actuada por Benedict Cumberbatch? Yes, please! Este es un género muy curioso: documental actuado. Lo más sobresaliente, entre tantas biografías que hemos visto del pintor de La noche estrellada, es que los diálogos/monólogos se actúan a partir de la correspondencia entre Vincent y su hermano Theo.
Son fan de Thom Yorke y de todos los grupos que exitosamente anda creando por la vida después de Radiohead, como The Smile:
Esta tarde, mientras miraba una rama de pino asomándose por la ventana, recordé al Gato de Cheshire, ese personaje enigmático de "Alicia en el País de las Maravillas". Parece que Carroll se basó en la expresión inglesa "grinning like a Cheshire cat" ("sonriendo como un gato de Cheshire"), que se refería a alguien que sonreía ampliamente, como si tuviera un secreto que nadie más conociera.
El Gato de Cheshire, de aparición espectral, representa una especie de guía para Alicia. Es como si fuera un espíritu que la ayuda a navegar por ese mundo loco y sin sentido. Aunque, la verdad, el gato tiene un toque esquizofrénico, ya que desaparece y reaparece distorsionando la realidad a su alrededor, lo que termina volviendo locos a otros personajes de la historia. Es como si el gato jugara con la mente de todos, incluida la de Alicia.
Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
– Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – dijo el Gato.
– No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia.
– Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes – dijo el Gato.
– … siempre que llegue a alguna parte – añadió Alicia como explicación.
– ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente.
A veces, incluso, me parece verlo sonreírme de vuelta desde el pino.
Miaum,
Rima 🐾
De mi top 5 de entregas, ¡ésta! Sabía que pronto vendría una entrega como ésta, muchas gracias por compartirnos, Juliana. La estructura me recordó el maravilloso libro de Alejandro Zambra, Literatura Infantil. <3 Abrazo!
Es precioso :)
(Para mí, ser madre es estar siempre un poco como de viaje en otro planeta)