#59: Oda al llanto 😢
Bitácora de lágrimas felices, poemas en voz alta de ballena y otras noticias innecesarias.
Esta podría ser una tentativa de diario de lágrimas, pero de lágrimas felices. O por lo menos de algo distinto a la tristeza, a la desesperación. Va en fragmentos, como lágrimas, sí.
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Nota aclaratoria: las inspiraciones que irían en la sección Gabinete de recomendados están incorporadas en esta carta central. Recuerda que los enlaces están resaltados.
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Segunda nota aclaratoria: olvidé las fechas. Lágrimas en desorden.
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Un músico se acerca con una guitarra a mi bebé y le canta "yo tengo un osito de lana". No me explico por qué se me empapan los ojos. Será una nostalgia anticipada de este momento en que puedo alzarlo como si fuese un oso tejido por mí.
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Lloro con todo y voz al final de la película The Florida Project, cuando la niña protagonista se escapa de la gente de seguridad social y se va corriendo de la mano con una amiga a Disney World. Tantas niñitas tristes a las que sería tan fácil cuidar.
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Es la segunda vez que lloro al escuchar la historia -real- de un chimpancé domesticado al que sacrificaron porque le dio un abrazo muy fuerte a su amo.
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Me acercan el tubo de la anestesia. Lloro porque es una pequeña muerte. ¿Y si no regreso? Me duermo pensando en la escena más feliz de mi vida. En esa escena hay una bicicleta y un río y una ciudad y un museo como destino… y él. Sobre todo él.
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Un cuarterto interpreta en vivo New Amsterdam. Es la primera vez que la escucho y, sin embargo, se me hace conocida. No es la letra. Algo en la flauta, quizá. Como si tuviera una vida pasada que no puedo recordar y que me duele mucho y al llorarla la libero y me hace feliz porque estoy aquí, en la Nueva Ámsterdam (antes de ser Nueva York).
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En un día de sol y viento salgo a comer helado. Pido dos bolas bien grandes. A unas pocas cuadras, una de las bolas se cae. ¿Hay acaso una escena más triste? El viento me mueve el pelo y este se pega al helado y luego me unta la cara. Más helado se escurre por la parte baja del cono, los dedos pegajosos. Quiero llorar por todo esto e inmediatamente se me hace divertido que el motivo sea algo tan absurdo y pequeño. Mis lágrimas se arrepienten.
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Estoy tan cansada que quisiera llorar para quedarme dormida, para vaciar el agotamiento, para volver a empezar el día. No, en realidad no quiero llorar porque no quiero que se confunda mi cansancio con tristeza. Estoy contenta y rendida. Aunque eso se siente un poco como tristeza, entonces es fácil de confundir. Podría, entonces, llorar y según el sabor de las lágrimas saber realmente qué es lo que me pasa.
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La artista Rose-Lynn Fisher creó "La Topografía de las Lágrimas": una serie de fotografías en duotono de lágrimas derramadas por distintas razones. Estas lágrimas, dispuestas en portaobjetos de vidrio y capturadas con una magnificación de cien veces, revelan un recorrido aéreo por el paisaje de las emociones humanas, mostrando sus erupciones más conmovedoras: alegría, tristeza, felicidad, remordimiento y esperanza. Cada emoción se expresa de forma única, ‘topográficamente’ hablando.
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Veo a mi hijo dormido sobre su padre y lloro. Tengo todo, pienso, y podría no tenerlo.
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Para evitar llorar al picar cebolla hay que lavarse las manos. Las lágrimas provienen, al parecer, del torrente de las manos.
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Para llamar el llanto, según Julio Cortázar en Instrucciones para llorar, hay que dirigir la imaginación hacia uno mismo. Solo en el centro propio se encuentran las razones más tristes… y las más felices.
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Para hacer un Té de lágrimas, según Arnold Lobel, hay que pensar en cosas muy tristes, como sillas con patas rotas, o en canciones que no pueden ser cantadas porque se han olvidado las palabras.
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Llorar, lloro, llanto. ¿Cuántas veces puedo escribir las mismas palabras? Busco sinónimos: “lloriquear, plañir, sollozar, gemir, gimotear, hipar, lagrimear, suspirar · deplorar, lamentar, sentir, condolerse · rezumar, fluir, destilar”. Ninguna me convence. Debería existir un nuevo lenguaje para el mecanismo de las lágrimas.
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Lloro después de leer El pato, la muerte y el tulipán de Wolf Erlbruch. Es un libro “para niños” y siento que me habla a mí. Es sobre la muerte y siento que me hace dar cuenta de la vida.
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Solo he visto a mi padre llorar una vez. Yo era una niña y mi madre estaba en el hospital, a punto de ingresar a una cirugía de emergencia. Todos me decían que ella estaba bien, aunque no fuera así. También mi padre me mintió, pero al menos tuvo la decencia de llorar.
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En cambio, he visto llorar a mi madre muchas veces.
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Gracias por leerme hoy y, si quieres, cuéntame cuándo fue la última vez que lloraste por algo distinto a la tristeza.
Jules.
Pd. Si te gustó esta carta, también puedes leer:
🌷¿Por qué tan sensible?
🌷 No estoy loca (solo triste)
🌷 La dicha en la soledad
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»Sobre mi visita a La Guajira
La semana pasada tuve la fortuna de participar en FILPAWA – Fiesta intercultural del libro y la palabra de La Guajira-. Mis momentos favoritos:
-En el colegio Divina Pastora de Riohacha, una adolescente nos preguntó a Sol Herrera (la escritora local) y a mí cómo salir del bloqueo escritor. Y así, más preguntas, más manos levantadas de jóvenes que tienen muchas ganas de escribir.
-La visita a un centro Etnoeducativo. Niños y niñas bajo la sombra de los árboles, corriendo sus sillas a medida que el sol se movía. Niños con mis libros en sus manos (¿cómo llegaron allá? ¡Qué felicidad!). Niños llamando con sus manos a los chivos, el sonido, para mí, era idéntico al de un pájaro salvaje y mágico.
-Que una de las escritoras que más admiro, Irene Vasco, estuviera entre el público y me dijera que le gustaba estar ahí, viéndome crecer.
-Julián y O, siempre ahí, acompañándome hasta el fin del mundo.
»En redes
-Mi nuevo libro textil ¿Dónde estás conejito? y cómo lo hice a partir de una prenda de ropa de mi bebé.
-Un proyecto bordado a partir de cuatro fases de la maternidad.
-La compilación de minifanzines a la que llamé Cuenticos de la Casa Azul.
Nos vemos en Instagram, Twitter o en mi página.
»Un poema recetado para llorar en compañía de las ballenas. O como ballena.
La Ballena Más Solitaria del Mundo Canta la Canción Más Fuerte Y Otras Confesiones, Noor Hindi
No haré metáforas con peces. Si tengo que morir, elijo el océano. Si tengo que vivir, te elijo a ti. Tú: Todos a quienes he llorado. Creo cada vez menos en la luz del sol estos días. No moriré sola. Despertar llorando es despertar desplazado. El fantasma de tu alegría en la bañera. Una cara en el espejo. La pintura de tu sobrino en el vestíbulo. Mi madre lloraba en las habitaciones cuando yo crecía. La observaba durante horas. En un estudio, los investigadores descubrieron que los pacientes que lloraban menos eran más propensos a tener estilos de apego evasivos. Hoy, cada habitación de la casa es mía. Dejé de llorar a los 12 años. De niña, hablaba un idioma que nadie entendía. Las investigaciones sugieren que la soledad aumenta las enfermedades cardiovasculares. Cuando mi prima murió, murió sola. Cuando el mundo se derrumbó alrededor de Darwish, escribió sobre café y sexo. Cuando me abrazaste cerca de tu cuerpo, pensé en mandarinas, cítricos dulces, todos los limones del mundo que endulzaríamos con miel. La ballena más solitaria del mundo canta la canción más fuerte. Esto es lo que me dirás la primera vez que nos encontremos. Y pensaré en el océano. Y pensaré en ti. Nunca aprendí a nadar. He estado ahogándome toda mi vida. Los estudios sugieren que ahogarse dura de 1 a 3 minutos. Pero nunca dejaré de hacer duelo. Los científicos aún buscan a la ballena de 52 hercios. Pero juro que está aquí. En mi habitación. Y puedo oírlo. Y me está diciendo que puedo detenerme.
»En voz alta (¡nueva sección!)
Escribí este poema como un experimento sobre la muñeca quitapenas. Es casi una oración para quitar los pesares. Es una de las exploraciones antes de llegar a mi novela La Quitapenas. Y ahora te lo quiero leer, casi al oído, como un secreto. Es inédito y quizá nunca se publique.
El viento golpea la ventana, como otro gato que quiere entrar. A veces logra colarse por una rendija, tira con sus patas invisibles los papeles, las pequeñas cosas. Y yo me doy cuenta de esto. El viento deja de ser gato, se vuelve león, ruge, revuelca los árboles, caza pájaros inexpertos. Y yo me doy cuenta de eso.
No leo, pero sé que Jean Cocteau escribió alguna vez “amo los gatos porque disfruto de mi casa; y poco a poco, se convierten en su alma visible”.
Lo sé porque soy alma visible, viento, león, guardiana.
Es todo por hoy,
Rima 🐾
Me he estado acordando toda la semana de esta última entrega, Juliana. Me hiciste recordar vívidamente mi mes de enero de este año, al cual nombré "enero líquido". Es impresionante todo lo que a uno lo conmueve la mapaternidad. Regresé a mi archivo para volver a leer lo que sentía entonces. Te lo dejo por aquí por si en algo de eso también te encuentras. Por supuesto, amé la frase "lo tengo todo, y podría no tenerlo". Gracias por recordarme todo eso. Un abrazo. https://sundayservice.substack.com/p/entregarse-a-las-lagrimas
Leyendo esta carta recordé una, bueno, cualquier página de El Libro del Desasosiego de Pessoa.
Leer a Juliana da ganas de escribir.