#60: ¿De dónde sacar el tiempo para crear? 👐
O de cómo transformo la rutina para escribir y bordar. Además, traigo recomendados, poemas y otras "maravillas".
Se levanta el sol de mediodía. Afuera cortan el pasto. Mi hijo duerme.
No sé cuánto durará este momento antes de que vuelvan esas pupilas de estrella desde el fondo de su noche, antes de esa sonrisa generosa de la que no quiero perderme ni un cantar. Por eso escribo mientras su sueño y bordo ante su vigilia. Lo primero requiere toda mi atención, al igual que O, y lo segundo necesita mis manos antes que mi mirada, así que puedo elevar la aguja a la vez que por su ojo lo veo a él y él me ve a mí. Escribo desde el pasado para el futuro. Bordo en presente.
La búsqueda de ese cuarto propio, que es a la vez el tiempo y espacio propios, no surgió apenas ahora que (…)
(Dejo la idea al vuelo. Bebé despierta. Durante la tarde garabateo en lapsos cortos un mapa conceptual de lo que quiero escribir. Retomo siete horas después, ya de noche, más cansada, pero también más enfocada. Solo tengo este tiempo y lo debo aprovechar lo mejor que pueda).
Decía… la búsqueda de este cuarto propio no nace con mi maternidad. Es una búsqueda de siempre, como cuando trabajaba en el periódico y me moría de ganas de escribir ficción y solo tenía la noche para hacerlo (a veces ni siquiera eso). Como cuando estaba en la universidad y se me iba el día entre clases, horas muertas en la cancha, salidas sociales y prácticas no remuneradas. O como cuando estudiaba una maestría en el exterior y me sentía mal porque había llegado hasta allá para escribir y no escribía todo lo que quería.
De hecho, entre menos tiempo tenga, más escribo. El exceso de libertad me intimida. ¿Qué hago con tantas horas? Me siento y no me concentro, procrastino, digo que afuera está tan lindo, que mejor debería hacer esto y lo otro. Pasa el día y no hago nada. La culpa es más grande. Digamos, entonces, que soy masoquista, que funciono bajo presión. Pero, digamos también, que me hago ciertas preguntas que me han ayudado a sacar proyectos creativos (libros o bordados) mientras la vida sucede.
¿Qué he recolectado antes de empezar?
La hoja en blanco es un mito. Uno no debería sentarse a escribir/crear con las manos vacías, es decir, sin alguna nota suelta, una imagen, un recuerdo, una canción, una mínima hoja de ruta… algo que uno haya recolectado desde antes, casi ingenuamente, esperando que algún día sirva. Ese día cualquiera, frente a la hoja o el lienzo, es el gran día. El ocio, con su mala fama de inútil, es un buen lugar para coleccionar ideas.
¿Cómo me adapto a mi situación actual?
He malgastado buena parte de mi energía negando mi situación del momento, resistiéndome a ella, queriendo cambiarla. Luego se me pasa y me acuerdo que con lo que tengo soy capaz de hacerme una rutina. Una chiquita y poco ambiciosa.
¿Cuánto tiempo necesito para desarrollar mi proyecto?
Este punto requiere tener claro qué es lo que me traigo entre manos: una novela, un libro textil, un taller, etc. Luego lo divido en tareas más cortas y concretas y decido cuánto tardo en hacerlas. Por ejemplo, en este momento de mi vida lo que soy capaz de hacer para sacar adelante una novela es escribir medio capítulo al día por lo menos tres veces a la semana. Una jornada para mí son unas dos horas bien aprovechadas. A veces cuatro. Otras, una. Suena poco, pero la constancia diaria suma, hace la magia.
¿En qué momento del día puedo sacar ese tiempo?
O ¿qué tareas puedo hacer en qué momentos? Hay proyectos que puedo hacer de forma interrumpida; por ejemplo, soy capaz de bordar un minuto y parar. Puedo bordar de pie, haciendo fila en el banco, en una reunión de Zoom. Para escribir, en cambio, necesito largo aliento y quietud. Antes le sacaba horas a la madrugada porque el resto del día tenía que trabajar en algo más. Luego, pasé a las tardes. Ahora, que pareciera que no tengo tiempo nunca, se lo saco a las noches. En fin, es bueno saber qué proyecto necesita qué cantidad y tipo de tiempo. Esto también exige ser realista y mesurada con las metas diarias (de nuevo, la constancia es vital). La frustración que viene con cada meta no cumplida es capaz de derrotar a cualquiera.
¿Cómo es mi habitación propia?
Este concepto de la escritora Virginia Woolf tiene que ver con encontrar un espacio propio y una independencia que permita alejarse del resto del mundo y poder escribir. Este espacio debe ser literal, aunque sea un metro cuadrado en casa, una mesa en un café, un banco en un parque, un cubículo de biblioteca. Es decir, también puede ser móvil, cambiante. Lo importante, para mí, no sé si para Woolf, es crear una atmósfera: algo de orden o por lo menos un caos que uno entienda, buena luz, un sonido agradable (lograr el silencio en la ciudad es casi imposible, así que opto por canciones suaves en inglés que no me desconcentren), un café o té o mate “con maravillas” (que es una forma argentina muy linda de decir “engallado”), un abrigo caliente, una cortina entreabierta. Aquí caben rituales de todo tipo que cada quien está en capacidad de inventar.
¿Qué debo priorizar?
Es la pregunta que lleva a los sacrificios, a las elecciones, a la lista de cosas realmente importantes, a eliminar o pausar lo innecesario, a no querer abarcarlo todo en un solo proyecto. A pasar a la acción.
¿Por qué demonios estoy haciendo esto?
Esto tan difícil, que otros hacen mejor, que no me va a enriquecer… pudiendo hacer cualquier otra cosa. Y mi respuesta es que cualquier otra cosa, a largo plazo, no me va a dar la satisfacción que me da la creación. Esa motivación la debe buscar cada quien y al final también es muy válido responder que no es necesario y que es más reconfortante ir a ver seriecita (cosa que igual hago los otros días de la semana).
También huelga decir que no siempre estoy en este ritmo loco. Disfruto las épocas de quietud, mientras reúno ideas como una ardilla que se prepara para el invierno. Hasta que un día de impulso abismal saco una hoja, trazo un calendario y empiezo, día a día, a marcar cruces para decir: acá estoy, una vez más, cumpliéndome la cita para crear.
Sí, acá,
Jules.
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»Un poema para volver a la sorpresa
Miramos con incertidumbre, Anne Hillman
Miramos con incertidumbre
más allá de las viejas opciones en busca
de respuestas claras
hacia una vida más suave, más permeable,
que en cada momento
esté al borde de la muerte;
porque algo nuevo está naciendo en nosotros
si tan solo lo permitimos.
Estamos de pie ante una nueva puerta,
esperando lo que viene...
atreviéndonos a ser criaturas humanas,
vulnerables a la belleza de la existencia.
Aprendiendo a amar.
»En voz alta
Este poema, Jardinería, lo bordé durante la recolección para mi libro Autorretrato en el jardín. Sigue, sigue:
Luego de la carta pasada, Oda al llanto, seguí pensando en la cuestión de las lágrimas de nostalgia inexplicable y recordé esta tira cómica (qué paradoja) de Decur que me hizo llorar un buen rato. Una belleza:
Una amiga de Perder el hilo también me hizo caer en la cuenta de este poema nada más y nada menos que del escritor que tiene el nombre más lindo del mundo 😉
Hablando del tema de hoy, hace un tiempo hice un hilo con libros sobre el oficio de escribir que, lejos de ser manuales, son reflexiones muy valiosas. O clases magistrales de grandes autores. Como sé que no todos usan X-twitter, aquí les dejo el documento con la lista:
¿Tomar una clase de escritura con Cortázar? Sí, es posible.
¿Para qué escribir/bordar/crear si ya todo está hecho? Bueno, no todo. Estas ilustraciones de Caos Ilustrado lo cuentan mejor.
Mi amiga Felisa acaba de lanzar un minidisco precioso con canciones que hizo durante su espera. Escúchalo:
Marina Colasanti es una de mis escritoras favoritas no solo de literatura infantil, sino literatura, punto. Se especializa en cuentos de hadas, pero con un giro poético y más contemporáneo. Acá comparto -con la única intención de que más personas conozcan sus letras y se sientan inspiradas por ellas- uno de sus cuentos del libro Una idea toda azul. ¡Y tiene que ver con hilos! 😊
Estas semanas en redes compartí el kit de emergencias bordadoras que llevé para el día de mi parto y un minilibro textil que hice con retazos de la ropa de O.
A ver, resulta que mi humana tiene una amiga/hermana chilena que vive en Isla Negra, donde también vivió Pablo Neruda, y que se la pasa hablándole de la belleza de sus Odas Elementales. Nada de esto me llamaría la atención de no ser porque el poeta me escribió esto a mí:
Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
Gracias, María Paz, por hacer entrar a mi humana en razón.
Miaum,
Rima 🐾
Totalmente de acuerdo y sí, crear, a largo plazo es lo más gratificante.
Hola Juli, gracias por tus palabras, son reconfortantes ahora, como estar en compañía. Llevo un poco más de un mes viviendo en Buenos Aires; dejé de ejercer la medicina para estudiar lo que quiero, Literatura, y entre las tareas de la maestría y algún trabajo remoto, me sobra el tiempo, pero a la vez no me alcanza y me angustia a ratos no escribir lo que quisiera. Leerte fue una suerte de apoyo moral a la distancia :)